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El tablero del reconocido equipo de fútbol, el FC Barcelona, parece estar experimentando un cambio significativo. Uno de los pilares clave del club, el presidente Joan Laporta, ha estado perdiendo directivos y ejecutivos importantes de su estructura organizativa, una estructura que parece estar en constante evolución y que solo él comprende completamente.

Una de las figuras más notables que probablemente abandonará el club en los próximos días es la vicepresidenta Elena Fort. Fort ha sido un elemento importante en el club, defendiendo el funcionamiento del equipo a pesar de las críticas y denuncias de irregularidades durante las obras del Camp Nou.

Sin embargo, el futuro de Fort parece estar fuera del FC Barcelona, ya que recientemente se ha convertido en la nueva diputada de Junts en el Parlament, reemplazando a Jaume Alonso-Cuevillas. Aunque los estatutos del FC Barcelona, un club que se enorgullece de ser ‘més que un club’ y cuenta con 144.000 socios de muy diversa ideología, no prohíben específicamente que un directivo del club también sea político, parece ser un conflicto de intereses evidente.

Hay rumores de que Fort podría no tener intención de dimitir, pero sería cuestionable desde el punto de vista ético mantener su posición en el club después de convertirse en diputada parlamentaria. Su papel en el FC Barcelona no es solo el de vicepresidenta, sino que también es la vicepresidenta Institucional, y por lo tanto, es la portavoz de los 144.000 socios del club. Además, tiene un tercer cargo como responsable del Espai Barça.

Pero las responsabilidades de Fort no se detienen ahí. También es la presidenta de la Comisión de Ética y Transparencia. Dada la naturaleza de su trabajo, que debería estar enraizado en la integridad y la conducta correcta, parece bastante claro que, en su caso, lo correcto sería abandonar su posición en la directiva del Barça.

Además, Fort también es la Presidenta de la Comisión de Memoria Histórica. Este cargo debería recordarle que, en 2005, el entonces directivo Alejandro Echevarria, cuñado de Laporta, se vio obligado a dimitir debido a su asociación con la Fundación Nacional Francisco Franco.

En el FC Barcelona actual, parece que todo es posible. Se han cambiado las reglas internas para contratar o ubicar a familiares y amigos en posiciones clave. En un club donde el ‘compliance officer’ debería ser la persona más independiente y neutral, pero en cambio es un ferviente seguidor del presidente; donde la secretaria de toda la vida del presidente es su jefa de gabinete; donde un representante de futbolistas se convierte en Director Deportivo, y donde no existe ni CEO ni Director General, parece posible que no les resulte incómodo mantener a una política y diputada de Junts como vicepresidenta institucional y portavoz.

Si hubiera un mínimo de cordura, sensatez y sentido común, Fort se dedicaría por completo a la política, a pesar de que su entrada en este campo haya sido inesperada. Es posible que Catalunya la necesite más que el Barça. Y quién sabe, tal vez en el futuro tenga la oportunidad de cumplir su sueño de convertirse en la primera presidenta del FC Barcelona.