La corrupción en el fútbol español: un juego de sombras y millones
La corrupción, un mal que parece proliferar como un hongo, ha encontrado en la sombra del fútbol un terreno fértil para crecer. Esta plaga ha aprovechado el prestigio social, los contactos y, sobre todo, los miles de millones de euros que mueve el deporte rey en España para su propio beneficio. En los últimos dos años, casi todas las nuevas presuntas tramas de corrupción han estado de alguna manera relacionadas con el fútbol, ya sea indirectamente o naciendo directamente de él.
Uno de los casos más destacados es el del expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales. Acusado de agresión sexual no consentida a Jenni Hermoso, Rubiales es un claro ejemplo de cómo algunas de las personas con más poder dentro de un sector multimillonario, como el fútbol, que según KPMG mueve cada año más de 18.350 millones de euros y genera casi 200.000 empleos en España, podrían haberse corrompido.
Desde el Juzgado de Instrucción número 4 de Majadahonda, Madrid, se están investigando todas las presuntas irregularidades que se fraguaron bajo el mandato de Rubiales. Se les presta especial atención a los contratos que llevaron la Supercopa de España a Arabia Saudí, y si se cometieron delitos de administración desleal y corrupción en los negocios.
Según la investigación encabezada por la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, la UCO, Rubiales habría ayudado a Gerard Piqué a conseguir comisiones millonarias por trasladar la competición al país árabe. En relación a este caso, la semana pasada, la UCO llevó a cabo varios registros y detuvo a personas relacionadas con el expresidente y con la empresa Gruconsa, a la que se adjudicaron tareas de reforma del estadio de La Cartuja.
Otro caso significativo es el caso Negreira, que pone el foco en los presuntos pagos millonarios que habrían realizado varios presidentes del Fútbol Club Barcelona a José María Enríquez Negreira, entonces vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA). Los pagos, que ascienden a alrededor de 7,6 millones de euros, se realizaron durante al menos 17 años y fueron directamente de las arcas del club al bolsillo de Negreira.
No obstante, el fútbol no solo es un lugar donde se fragua la corrupción, sino que también la atrae. Víctor de Aldama, comisionista del caso Koldo, una trama de presunta compraventa irregular de mascarillas, intentó comprar varios equipos hasta que se hizo con el Zamora CF.
Desde las oficinas de ese club, Aldama habría manejado múltiples intereses, desde su puesto como cónsul honorario de Georgia hasta la trama por la que ahora se encuentra imputado como comisionista. La relación del empresario madrileño con el club ya habría estado viciada desde el inicio, ya que Aldama se habría hecho presuntamente con la mayoría de las acciones del Zamora gracias a 1,3 millones de euros obtenidos de mordidas de los contratos de compraventa de mascarillas.
Estos casos y muchos otros muestran cómo el fútbol, un deporte que mueve pasiones y millones, puede convertirse también en un terreno fértil para la corrupción, poniendo en juego no solo el prestigio de los clubes y las competiciones, sino también la integridad del deporte y la confianza de sus seguidores.