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El cabello es mucho más que un componente estético de nuestro cuerpo. La forma en que lo cortamos, peinamos y teñimos, a menudo, es una representación de nuestra personalidad y estilo de vida. Sin embargo, el pelo desempeña funciones más allá de lo estético, como evitar la pérdida de calor de la piel y, en el caso de las cejas, impedir que el sudor entre en los ojos.

El cabello también puede ser un reflejo de nuestra salud interna. Muchas enfermedades pueden alterar la calidad y el aspecto de nuestro pelo. Por ello, prestar atención a su aspecto puede brindarnos pistas valiosas sobre el estado de nuestra salud.

Los folículos son algunos de los órganos más diminutos de nuestro cuerpo, responsables de producir y nutrir el cabello. El pelo sólo puede crecer donde existen folículos. El crecimiento del pelo es un proceso complejo y cíclico, que puede verse afectado por diversos factores como la genética, las hormonas y la edad.

Por otro lado, ciertas condiciones pueden provocar el crecimiento excesivo del vello en todo el cuerpo, una afección conocida como hipertricosis. Por lo general, esta condición es una reacción al inicio de un nuevo medicamento; sin embargo, también puede estar relacionada con enfermedades como la anorexia y el sida.

Otro problema puede ser la caída del cabello en cantidades anormales, volviéndose más fino o ausente en determinadas regiones del cuerpo. La alopecia es el término médico para esta condición, la cual puede ser localizada o generalizada. Las causas de la alopecia son múltiples e incluyen infecciones, anemia ferropénica, niveles bajos de hormona tiroidea y uso de medicamentos (incluida la quimioterapia).

La calvicie de patrón masculino y femenino es una de las formas más comunes de alopecia. La primera se produce en la nacimiento del pelo y en la coronilla, mientras que la segunda afecta a la línea frontal del cabello y provoca un adelgazamiento capilar más que una pérdida completa.

Existen varias formas de tratar los problemas capilares. Ayudar a que vuelva a crecer el pelo puede ser tan sencillo como tratar la enfermedad subyacente que lo causa. Otro tratamiento a tener en cuenta es el medicamento minoxidil, inicialmente desarrollado para la hipertensión, pero que también favorece el crecimiento del cabello.

Los trasplantes capilares también son un posible remedio, ya que reubican cultivos de cabello en las zonas calvas. Hay dos formas de realizarlos: se pueden recolocar varios injertos pequeños “perforados” o una tira de piel más grande. Los injertos se toman de piel con vello del propio paciente.

A veces, la presencia de vello en zonas visibles no es deseable, y existen determinados tratamientos para detener el crecimiento excesivo. Aparte de los métodos tradicionales de depilación, la píldora anticonceptiva y otros medicamentos que regulan la influencia de las hormonas sobre el vello (como la finasterida) pueden considerarse en los casos en que la causa sea una afección hormonal (como el síndrome de ovario poliquístico).

Para tener una mejor idea de la salud de su cabello, puede realizar usted mismo una sencilla prueba en casa, conocida como tirón de pelo. Esta prueba consiste en seleccionar un grupo de entre 30 y 50 cabellos y pasar los dedos desde su base en el cuero cabelludo hasta las puntas. Si se desprenden más de diez pelos, es probable que su cuero cabelludo esté perdiendo más cabellos de lo normal. Esto podría ser indicativo de alopecia, aunque un dermatólogo puede ayudarle a determinar si su pérdida de cabello indica un problema más grave.

En conclusión, los cambios en el cabello pueden no deberse simplemente a la edad o al peinado. Hay muchos patrones de crecimiento y caída que debemos tener en cuenta. Preste atención a cualquier diferencia que note usted o su peluquero, ya que podría ser indicativo de un problema de salud subyacente.