La noche, que históricamente se ha considerado un refugio contra los devastadores incendios forestales, ya no parece proporcionar una barrera eficaz. Según un estudio recientemente publicado en la revista ‘Nature’, ha habido un aumento en la frecuencia y duración de los incendios forestales nocturnos, especialmente en áreas golpeadas por sequías extremas. «Los suelos que sufren sequías prolongadas se convierten en combustible y hacen que los fuegos lo tengan más fácil para propagarse incluso durante las noches», explican los autores del estudio.
La investigación se centró en analizar 23,557 incendios que tuvieron lugar en América del Norte entre 2017 y 2020. De estos, al menos 1,095 continuaron ardiendo durante al menos una noche. Los análisis sugieren que la mayoría de estos incendios nocturnos fueron especialmente voraces, quemando áreas de más de 1,000 hectáreas. Sorprendentemente, casi el 70% de estos incendios se extendieron durante varias noches consecutivas. Los expertos subrayan que los incendios nocturnos han dejado de ser un evento esporádico para convertirse en un fenómeno cada vez más frecuente. Estos incendios nocturnos se asocian con «muchos de los incendios más graves y más mortíferos ocurridos en la última década».
¿Por qué está ocurriendo este fenómeno? Los expertos apuntan a las condiciones de sequía extrema que están experimentando los bosques como el principal factor de riesgo para los incendios forestales nocturnos. El análisis revela que la elevada aridez del suelo contribuye a propagar el fuego incluso más que las altas temperaturas nocturnas o las alteraciones de la humedad. Estudios anteriores también han indicado que el aumento de la aridez del aire nocturno está favoreciendo la expansión de los incendios forestales durante la noche y la madrugada.
Mientras que la mayoría de los estudios sobre este fenómeno se han centrado en América del Norte, el ecólogo forestal Lluís Brotons señala que los incendios nocturnos también se están produciendo en Europa. En particular, las regiones de Grecia y Portugal han experimentado oleadas de incendios extremos con más de 400 incendios simultáneos. «En estas zonas se están detectando incendios nocturnos cada vez más intensos», afirma Brotons, investigador del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF). Sin embargo, Brotons advierte que todavía se desconocen muchos de los mecanismos detrás de este fenómeno.
En general, cada vez son más los estudios que alertan sobre la relación entre sequías e incendios forestales. En un contexto de crisis climática, la aridez del suelo es cada vez más extrema y a menudo coincide con condiciones meteorológicas extremas, como las altas temperaturas del verano y las olas de calor cada vez más frecuentes, intensas y duraderas. A esto se suma el mal estado de muchos bosques, que proporcionan más combustible para incendios cada vez más virulentos. La combinación de estos factores ha multiplicado exponencialmente los incendios en todo el arco mediterráneo, y amenaza con seguir exacerbando este fenómeno.