Degustación de los nuevos salmorejos de la marca García Millán en su estand en el salón Alimentaria 2024.

La producción de alimentos a nivel mundial conlleva un alto costo oculto para la salud humana y el medio ambiente, que se estima en más de 10 billones de dólares al año, según un estudio de la Food System Economics Comission. Este costo se atribuye a políticas alimentarias ineficientes y fragmentadas, las cuales, si no se abordan, podrían obstaculizar los esfuerzos para alimentar a una población mundial proyectada de 9.800 millones de personas para 2050.

Walter Willet, profesor e investigador de la facultad de Salud Pública TH Chan de la Universidad de Harvard, quien ha sido parte integral de este estudio, participó recientemente en el Congreso Internacional sobre la Dieta Mediterránea en Barcelona. Aunque su enfoque principal fue la salud, Willet hizo hincapié en el impacto económico de la alimentación, especialmente la importancia de una dieta balanceada que incluye una cantidad equilibrada de carne roja, lácteos, verduras, frutas, legumbres, pescado y frutos secos.

Willet explicó cómo una dieta adecuada puede contribuir significativamente a la reducción del impacto ambiental. Por ejemplo, una dieta correcta puede reducir en un 29% la emisión de gases de efecto invernadero y ahorrar un 13% en agua de riego. Además, puede resultar en una disminución del 21% en el uso de fertilizantes y del 51% en el uso de la tierra.

El sistema alimentario actual, que incluye la producción y la distribución de alimentos, tiene costos ocultos. Estos incluyen la malnutrición y la desnutrición, la pérdida de productividad y el daño ambiental. Estos costos se estiman en el equivalente al 10% del PIB mundial anual, una cifra que es superior a la del propio sistema.

Willet fue uno de los impulsores de la dieta EAT-Lancet o dieta de salud planetaria, una iniciativa surgida de la revista científica ‘The Lancet’. Esta dieta propone una pauta alimenticia base que proporciona criterios o guías sobre diferentes grupos de alimentos que en conjunto constituyen una dieta óptima para la salud humana y la sostenibilidad ambiental. La dieta EAT-Lancet es principalmente de base vegetal, con carne y lácteos en proporciones significativamente menores a los otros alimentos y, sobre todo, en cantidades inferiores a las que se consumen actualmente en los países occidentales.

Según la recomendación de la dieta EAT-Lancet, para llegar a las 2.500 calorías que un adulto necesita al día, se tendría que duplicar el consumo actual de frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales y reducir en más del 50% el de azúcares añadidos y carne roja. Willet reiteró que el consumo excesivo es un desperdicio de alimentos con costos tanto para la salud como para el medio ambiente.

El profesor de Harvard mencionó que la dieta EAT-Lancet será revisada para corregir algunas cuestiones, como las derivadas de la pandemia de COVID-19, que ha resaltado el riesgo de nuevas enfermedades infecciosas. Además, la revisión buscará enfocarse en la urgencia de una gran transformación alimentaria mundial, dado que las injusticias y desigualdades del sistema alimentario han aumentado.

Esta noticia destaca la urgente necesidad de políticas alimentarias eficientes y la adopción de dietas sostenibles para mitigar los costos ocultos de la producción de alimentos en la salud y el medio ambiente. También enfatiza la importancia de la transformación alimentaria mundial para abordar las injusticias y desigualdades del sistema alimentario.

Por Daniel