Un paisaje cambiante en el tenis: nuevos campeones emergen mientras los grandes luchan con las lesiones
En el escenario del tenis europeo, ha habido una serie de sorpresas y cambios de guardia. En Montecarlo, Stefanos Tsitsipas se llevó la victoria en un torneo donde no se le esperaba que destacase. En Barcelona, fue Casper Ruud quien se llevó la victoria, un jugador que en 2023 había desaparecido del mapa. Y en Madrid, el título fue para Andrey Rublev, un jugador que había estado dos meses sin ganar antes de aterrizar en la capital española. Esta temporada europea de tierra está tomando un camino inusual hacia Roland Garros.
Ninguna de las grandes figuras del circuito ha logrado destacar en estos torneos. De hecho, han ido aumentando las dudas, en gran parte debido a los problemas físicos que afectan al top-4. Si el año pasado era Carlos Alcaraz el que llegó a París como el rival a batir después de ganar en Barcelona y Madrid, este año ninguno de los dominadores del circuito en los últimos años ha destacado lo suficiente como para ser considerado el gran favorito.
Alcaraz ha tenido problemas con una lesión en el antebrazo que se produjo entrenando en Montecarlo y apenas ha podido jugar tres partidos en toda la gira europea de tierra. No jugó en el Masters 1.000 de Mónaco ni en Barcelona, y se espera que tampoco esté en Roma.
El panorama es aún peor para el que hasta ahora ha sido, sin duda, el mejor tenista de la temporada. El italiano Jannik Sinner, campeón en Australia, abandonó en Madrid sin jugar en cuartos de final por una lesión en la cadera. Sinner ha indicado que solo viajará a París «si realmente estoy al cien por cien» y no hay riesgos para su cuerpo.
Luego está Novak Djokovic, un caso aparte. Solo ha jugado en Montecarlo, llegando hasta las semifinales, y no se le ha vuelto a ver pisar la tierra, algo que previsiblemente hará en Roma. Djokovic ha alegado problemas en el codo derecho para no pasar por Madrid, un plan similar al que siguió el año pasado camino de París.
A pesar de esto, los galones de Djokovic le hacen partir como ligero favorito en un torneo más abierto que nunca. A menos que Rafa Nadal… Esa, y no otra, es la gran incógnita a tres semanas del inicio de Roland Garros. Si Nadal está en forma, todos los demás pronósticos pueden quedar en nada.
Habrá que esperar a su paso por el Foro Itálico para despejar la incógnita que hará que Nadal vuelva al torneo más importante en su carrera. De sus sensaciones competitivas en las pistas de Roma, y de las cargas físicas que sea capaz de soportar durante el último torneo antes de Roland Garros dependerá que el balear, ahora más optimista que hace unos meses, dé el paso de jugar de nuevo un torneo con partidos a cinco sets.
«Jugaré Roland Garros solo si me siento competitivo. Si no puedo jugar, no puedo. No será el fin del mundo ni el fin de mi carrera», avisó el balear antes de sus cuatro partidos seguidos en Madrid, en los que su visión pesimista empezó a cambiar. Ya en Roma, para este lunes ha agendado un entrenamiento de una hora con Carlos Moyá, su entrenador, seguido inmediatamente de dos horas con el argentino Francisco Cerúndolo. Un aviso de que se está probando, y está forzando al límite en su intento de llegar a París. Y si lo hace, por mucho que reniegue de su favoritismo, nadie querrá verse las caras con él en la pista donde ha ganado 14 veces.