Elefantes, conocidos por su comportamiento social y sensible, se han convertido en sujetos de interés en el estudio de la anatología, la disciplina que incluye la muerte como parte integral de la vida. Aunque el entierro de las crías por parte de las manadas de elefantes ha sido documentado en la literatura científica africana, hasta ahora no se había observado en el contexto asiático. Un nuevo estudio científico de dos investigadores de la India ha demostrado que los elefantes asiáticos, al igual que sus contrapartes africanas, también sufren un duelo, lloran ruidosamente y entierran a sus crías en un ritual funerario comparable al humano.
El estudio se publicó en el ‘Journal of Threatened Taxa’ y se centró en los entierros de crías de elefantes asiáticos en las llanuras aluviales del Himalaya oriental, en el norte de Bengala. La zona estudiada consiste en bosques fragmentados, plantaciones de té, tierras agrícolas y asentamientos militares.
El comportamiento de los elefantes ha cambiado debido a los cambios ambientales y a la destrucción de los bosques. Esta alteración del entorno ha empujado a los elefantes a explorar espacios humanos para satisfacer sus necesidades dietéticas y ecológicas. Como resultado, surgen comportamientos ‘novedosos’ en estos mamíferos en los espacios compartidos.
Los investigadores describen la estrategia de entierro de los elefantes en los desagües de riego de las plantaciones de té y presentan cinco informes de casos de entierros de crías por parte de elefantes.
El objetivo del estudio era comprender la estrategia ‘perimortem’ y el comportamiento ‘postmortem’ de los elefantes asiáticos. Los hallazgos indican que los cadáveres fueron transportados desde lejos con sumo cuidado y enterrados en lugares preferentes, siempre en una postura determinada, una posición yacente anormal: con las patas erguidas.
Los autores del informe examinaron a fondo la razón subyacente de la muerte de las crías mediante exámenes post-mortem. Una de las conclusiones es que no se registró intervención humana directa en ninguna de las cinco muertes.
Este estudio revela a través de pruebas directas e indirectas, el comportamiento de ayuda y compasivo de los elefantes durante el entierro del cadáver. Se observó que los elefantes asiáticos trasladan a sus crías fallecidas a lugares aislados, lejos de humanos y carnívoros, mientras buscan desagües de riego y depresiones para enterrar el cadáver.
La atención y el transporte de los cadáveres de las crías se ha descrito tanto en animales altriciales como en presociales, por ejemplo, los elefantes y carnívoros.
Además, existe un informe inédito del Departamento Forestal de Bengala Occidental que describe cómo una hembra de elefante llevó el cadáver de su cría durante varios días antes de abandonarlo en un lugar aislado del sur de Bengala.
Según los investigadores, esta afinidad hacia las crías se atribuye a la oxitocina y a un periodo de gestación prolongado, lo que coincide con otros estudios sobre babuinos chacma, babuinos oliváceos, elefantes africanos y jirafas de Thornicroft.
Los investigadores también querían saber si los elefantes asiáticos lloran a sus crías muertas, al igual que los africanos. La respuesta es sí, y lo hacen en voz alta. Las vocalizaciones de los elefantes duraron entre 30 y 40 minutos, pero solo en lugares alejados de los asentamientos humanos.
Este comportamiento sugiere que los elefantes distinguen los espacios humanos de los no humanos y evitan las disensiones con estos. La vocalización se limitó a la fase de enterramiento.
En un caso, la manada de elefantes permaneció durante más de cuatro horas cerca del lugar del enterramiento, «muy probablemente porque los humanos no los molestaban».
A partir de las huellas y los restos de estiércol, los investigadores deducen que el entierro de los cadáveres fue un esfuerzo combinado de todas las madres y las hembras de la manada.
A diferencia de lo observado en los elefantes africanos, los asiáticos no solo no visitan los lugares de enterramiento, sino que muestran un comportamiento opuesto: «Tras el entierro, los elefantes utilizan caminos paralelos y evitan claramente la ruta ‘activa’ que utilizaban anteriormente.