Los amigos de Mateo reconocieron al asesino de Mocejón en la imagen de una cámara, pero no sabían quién era

«Puede ser el hijo de Fernando, el loco». Fue lo que contó un testigo a uno de los agentes en esas primeras horas endiabladas tras el asesinato del pequeño Mateo en Mocejón (Toledo). La imagen captada por la cámara de seguridad de una vivienda muy próxima al polideportivo Ángel Tardío -el lugar del crimen- ha resultado clave para detener al autor. En la misma se ve huir a Juan Francisco, de 20 años, tras atravesar la misma valla rota por la que entró, pero ya no iba embozado.

Mateo estaba muerto cuando llegó el primer adulto al campo de fútbol en torno a las diez de la mañana del domingo. Sus amigos, de diez y once años, en shock. El asesino ya había escapado tras apuñalarlo. Lo vieron al menos tres de esos niños y otro grupo de chavales adolescentes, de entre 15 y 16 años, a los que no dirigió la palabra, pero llevaba parte de la cara tapada con un pañuelo. Al salir iba a cara descubierta. La imagen no es nítida, sí suficiente para que los dos grupos reconocieran las ropas y el aspecto cuando les enseñaron la grabación. Ninguno sabía quién era, porque el presunto autor va al pueblo a pasar temporadas y no es precisamente popular, pero alguien de Mocejón apuntó la posibilidad: «Puede ser el hijo de Fernando, el loco». Apodos de pueblo en el que los apellidos se desvanecen y todos saben a quién se refieren.

La cámara y el reconocimiento sumados a la dedicación titánica de los agentes llevaron a su detención menos de treinta horas después. Los repetidores de telefonía móvil aún no habían dado ningún resultado: es muy poco tiempo y un espacio demasiado pequeño para que sea tan preciso.

La detención de Juan Francisco

Juan Francisco salió y caminó en torno a dos kilómetros por las calles de Mocejón hasta la casa de su abuela sin que nadie le viera o reparara en él. Dada la hora temprana de un domingo caluroso apenas había gente. Un rato más tarde su padre lo recogió y ambos fueron a misa de doce, según ha explicado el hombre.

La Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil de Toledo cercó al sospechoso con discreción tras saber quién era: la casa del padre y la de la abuela. Lo detuvieron el lunes en la del padre, Fernando, vigilante de seguridad, con el que Juan Francisco y su hermano, de 16 años, pasan temporadas en Mocejón, a caballo entre esa vivienda y la de los abuelos.

Allí, en el salón de la casa, con el progenitor delante confesó los hechos en parte, de forma anárquica y balbuceante, muy tranquilo y medio ausente. Contó que mató al niño, al que no conocía de nada, pero añadió que no fue él: «Yo no fui. Lo hizo mi otro yo». Al saber que una cámara lo había grabado y tenían su imagen, llegó a asegurar: «Es que me han copiado la cara». En teoría usó un cuchillo y se deshizo de él en la acequia más próxima en la que la Guardia Civil lleva horas buscando.

Su padre, desesperado, le recordaba que no tenía por qué hablar si no quería. Fue él el que ofreció la primera certeza de lo que sospechaban los investigadores. El autor sufre una severa discapacidad intelectual del 70 por ciento, diagnosticada y que consta en informes médicos y de servicios sociales. Vive en Alcorcón (Madrid) con su madre y su hermano y asiste a un centro de día adecuado a sus características.

La Guardia Civil ya tiene en su poder toda esa documentación, que se completará con el estudio de los psiquiatras y psicólogos forenses. No hay ninguna motivación o al menos él no la ha referido. Los investigadores están rastreando todas sus redes sociales y su teléfono para ver si Juan Francisco anticipó algo del horror que iba a cometer.