Donnarumma desvía uno de los remates de España.

El fútbol español demuestra su superioridad ante Italia en un espectáculo de alto nivel

El fútbol europeo vive en un constante estado de competencia, y nada refleja esto mejor que la reciente confrontación entre Italia y España. A pesar de que Italia es la actual campeona de Europa, el partido demostró que si ese es el nivel, España tiene muchas razones para ser optimista.

El enfrentamiento fue revelador y demoledor. No solo por la notable diferencia en la producción ofensiva, con un 19 a 4 tiros a favor de España, sino por el juego desplegado. En palabras del entrenador italiano Luciano Spalletti, este partido fue una verdadera lección de «la escuela futbolística española«. Y no cabe duda de que fue una lección de alto nivel.

El juego español: una mezcla de técnica y talento

España demostró un increíble despliegue técnico, que seguramente dejó al seleccionador italiano pensando en cómo renovar el arquetipo del juego transalpino. No cabe duda de que le costará trabajo. La única salvación para Italia fue la actuación de su portero Donnarumma, quien logró evitar una catástrofe mayor. En resumen, la Roja avergonzó a la azul.

Los regateadores: armas valiosas en el campo

Luciano Spalletti reflexionó antes del partido sobre la importancia de tener regateadores en el equipo. Sin embargo, su selección carecía de esta tipología de jugador. España, por otro lado, cuenta con varios de ellos. Y es que, como demostró el partido, es mejor tener regateadores que no tenerlos. Los regateadores, con su carga de talento e ingenio, son más valiosos en el campo.

Uno de los duelos más destacados fue entre Lamine Yamal y Federico Dimarco, que no es precisamente el defensa más aguerrido del planeta. Yamal superó a Dimarco en cada duelo, demostrando su habilidad con ruletas y quiebros. Por otro lado, Nico Williams se midió con Giovanni di Lorenzo y le venció desde el minuto uno. Los españoles dieron un verdadero espectáculo, mientras que Federico Chiesa, el único extremo italiano, quedó en sombras.

La influencia de Pedri en el juego español

España solo hizo un cambio respecto al partido con Croacia, pero los cambios más sutiles fueron los más significativos. Pedri, otro regateador, tuvo una misión especial durante el partido. En la fase defensiva, tendía a ir hacia el centro para vigilar a Nicolò Barella, el doble pivote junto a Jorginho, y quien se encargaba de enlazar el juego entre los defensas y los delanteros.

Pedri logró marcar a Barella sin descuidar su juego. Disfrutó de tanta libertad que pudo conectar tres remates con sus llegadas, dos de ellos muy claros. A pesar de no acertar, su impacto en el partido fue innegable.

La dificultad de Italia para mantener la posesión

Italia tuvo problemas para progresar por el centro, y se vio obligada a avanzar por las bandas. Sin embargo, Spalletti no tenía regateadores en su equipo. Chiesa nunca pudo burlar a Cucurella, y Carvajal esperaba las llegadas de Dimarco, otro defensa.

Spalletti realizó dos cambios en el descanso, pero estos no pudieron cambiar la dinámica del partido. Italia siguió sin tener el balón, incapaz de hilvanar una cadena de pases decente. El autogol de Calafiori, nacido del enésimo centro de Williams, solo confirmó la superioridad española en el partido.

El resultado final de 1-0 solo mantuvo la incertidumbre del resultado, pero no las certezas que se observaron sobre el césped. Italia pudo advertir lo lejos que está de España en términos de calidad de juego. Este partido fue una verdadera demostración de la superioridad del fútbol español en el panorama europeo.