Alberto Montenegro, 'speaker' del Maratón de Barcelona, en Arc de Triomf.

Cuando te encuentres en la línea de partida de la Zurich Marató Barcelona, escucharás una voz que te guiará y te animará durante toda la carrera. La persona detrás del micrófono es Alberto Montenegro, el speaker oficial del evento desde 2006, y un veterano de la narración deportiva con más de 25 años de experiencia.

Montenegro ha prestado su voz a numerosos eventos deportivos internacionales, incluyendo campeonatos del Mundo y de Europa, cubriendo hasta 30 deportes diferentes. Aunque confiesa ser una persona tímida, su verdadera personalidad se desata cuando agarra el micrófono. La timidez se convierte en pasión, y su don para narrar se despliega desde el momento en que se dispara el pistoletazo de salida hasta la llegada del último corredor, seis horas después.

No es una tarea fácil mantener a la audiencia entretenida durante ocho horas ininterrumpidas, pero Montenegro lo logra con maestría. Se coloca cinco o diez metros antes de la línea de meta, a la derecha, listo para chocar la mano de los corredores a medida que llegan. Pero su verdadero talento yace en conectar con los agotados maratonianos a través de la mirada. “Me gusta mirar a los ojos de la gente para conectar con ellos”, dice. “Soy la primera persona que los recibe después de que hayan corrido 42 kilómetros, el primero que les dice que lo han conseguido”.

Mientras que los focos se centran siempre en los ganadores, Montenegro reconoce que hay mucho más en un maratón que la victoria. “Hay mucha historia detrás de cada persona que corre un maratón”, afirma. Habla de corredores anónimos que han superado un cáncer, que dedican la carrera a alguien enfermo, y de las 20.000 historias de superación que se desarrollan en cada maratón. “El maratón lo ganan dos atletas, pero hay muchos ganadores”, añade.

Montenegro también destaca la importancia de los corredores populares en la carrera. “Lo que hace grande la carrera son la masa de corredores populares”, dice. Ya sean los ganadores que llegan poco después de las dos horas, o los últimos corredores que cruzan la línea de meta seis horas después, todos son recibidos por el Arc de Triomf. Incluso aquellos que llegan consumidos, con ampollas y agujetas, reciben la felicitación, el choque de manos y la mirada cómplice de Alberto Montenegro, la voz del maratón de Barcelona. Y es en ese momento cuando, al fin, son maratonianos.