El Futbol Femenino Acelera su Crecimiento Económico: Un Análisis de las Tendencias Actuales y Futuras
El mundo del deporte está experimentando una revolución silenciosa, un cambio que se está gestando en el campo de juego y en las salas de juntas de los clubs de fútbol. Esta revolución es el crecimiento del fútbol femenino como una empresa lucrativa y una fuerza a tener en cuenta en el panorama deportivo mundial.
Según las cuentas de los clubes, la Liga F 2022-2023 registró una facturación récord de 40 millones de euros, duplicando las cifras del año anterior a la profesionalización de la categoría. Este salto en los ingresos es un hecho sin precedentes, pero también plantea algunas preguntas sobre el desequilibrio competitivo que podría surgir en el futuro.
El Riesgo del Desequilibrio Competitivo y la Concentración de Poder
El riesgo aquí es que, al igual que en la ACB, el poder pueda concentrarse en unos pocos clubs si el crecimiento de la actividad no logra cubrir los gastos necesarios para mantener una plantilla deportiva competitiva. Esto podría resultar en un éxodo de jugadoras a ligas con más recursos.
En la actual temporada, la competición ha registrado unas pérdidas conjuntas de 10,5 millones de euros, un recorte del 47% en comparación con la temporada anterior. Aunque este dato puede parecer positivo a primera vista, también revela una disparidad en la autosuficiencia de los clubs y un potencial abismo entre aquellos que pueden permitirse invertir más para consolidarse y aquellos que no pueden hacerlo.
Los Desafíos que Enfrentan los Clubes Independientes
De los participantes de la Liga F, sólo seis clubes, ninguno de ellos parte de un equipo de LaLiga, lograron obtener beneficios antes de impuestos. Entre estos clubes se encuentran destacadamente el Madrid CFF, el UD Tenerife, que se mantiene gracias a sus generosas subvenciones públicas, y el Levante Las Planas, que ha resistido las tensiones económicas de la temporada 2023-2024 para seguir en la élite y facilitar la futura entrada de un grupo inversor.
Este escenario trae a la mente la situación de la ACB, una liga con más de dos décadas de profesionalización que todavía lucha por encontrar un equilibrio económico. Su facturación actual se sitúa en 150 millones de euros, pero también registra unas pérdidas de 106 millones de euros.
La Necesidad de Evitar la ‘Rueda del Hámster’
En el caso de la ACB, el 95% de estas pérdidas corresponden a tres clubs: Real Madrid, Barça y Valencia Basket. Estos tres clubs asumen un importante déficit contable cada temporada debido a su foco en la competencia internacional más que en la nacional. Para evitar caer en esta ‘rueda del hámster’, el fútbol femenino necesita encontrar una forma de gestionar su crecimiento económico y competitivo de manera sostenible.
Si no se logra este equilibrio, podríamos ver en menos de cinco años un debate sobre la creación de una competición supranacional con los grandes clubes para competir con la NWSL, una liga que, sólo por derechos de televisión, ya factura más que las ligas de España e Inglaterra.
El Caso de la Copa América y el ‘Efecto Messi’
Mientras tanto, en el otro lado del Atlántico, la Copa América, el torneo de selecciones sudamericanas, ha elegido a Estados Unidos como anfitrión en un intento de capitalizar el efecto Messi. La competición ha vendido más de 1,5 millones de entradas, a unos precios que serían impensables en cualquier otro país anfitrión de la región.
Este cambio ha llevado a triplicar los ingresos del torneo, que ahora se acercan a los 300 millones de euros. Sin embargo, este éxito también trae consigo la posibilidad de quejas de los aficionados que consideran abusivos los precios de las entradas o el coste de tener que viajar a Estados Unidos para seguir los partidos.
El crecimiento del fútbol femenino es innegable y emocionante. Sin embargo, es crucial que los responsables de la toma de decisiones en el deporte se aseguren de que este crecimiento es sostenible y equitativo.