La lucha contra la pesca ilegal: protegiendo nuestros ecosistemas marinos y economías pesqueras
La preservación de los ecosistemas marinos y la protección de las comunidades pesqueras legales se han convertido en una lucha global contra la pesca ilegal, un problema que se extiende a través de las fronteras internacionales. Este problema no solo afecta a los ecosistemas y la biodiversidad marinos, sino que también tiene un impacto económico en las comunidades que dependen de la pesca para su supervivencia. En respuesta a esta crisis, organizaciones como Oceana están presionando para una mayor trazabilidad de los productos del mar que se consumen, con un enfoque particular en los productos procesados como las sardinas y las latas de atún.
En la actualidad, la Unión Europea no exige a estos productos de pesca procesados la identificación de información vital, como la especie, el origen, el arte de pesca y el método de producción. Esta falta de información es alarmante, especialmente teniendo en cuenta que esta demanda viene en el Día Internacional contra la pesca ilegal (5 de junio) y el Día Mundial del Océano (8 de junio).
Transparencia y Trazabilidad: Herramientas clave en la lucha contra la pesca ilegal
La transparencia es un componente clave en la lucha contra la pesca ilegal. Los propietarios de barcos que realizan actividades de pesca sin cumplir con la reglamentación tienden a registrar sus buques pesqueros en países fuera de la Unión Europea. Además, la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada está a menudo vinculada a otros delitos transnacionales como la evasión de impuestos, el lavado de dinero, el contrabando y las violaciones de los derechos humanos. Por lo tanto, Oceana y otras organizaciones similares están pidiendo que los estados miembro de la UE revelen la identidad de los propietarios de los barcos de pesca ilegales.
Además de la lucha contra la pesca ilegal, Oceana también está abogando por la restauración de las pesquerías y la protección de los hábitats marinos, reduciendo la presión pesquera para permitir la recuperación natural de los peces. Este proceso de recuperación debe ir en paralelo con la asignación de cuotas más altas a la pesca artesanal, que crea más empleos y es más sostenible a largo plazo.
Además, Oceana está pidiendo un mayor compromiso para la protección y restauración de los hábitats marinos para aumentar la resiliencia del océano ante la crisis climática. Esto incluye la protección de los hábitats de carbono azul, que aumentan la absorción de carbono y actúan como barreras contra las tormentas.
El papel de la ciencia en la protección de nuestros océanos
El Grupo Español de Expertos en Ecosistemas de Carbono Azul, compuesto por investigadores de diversas disciplinas, está liderado por el investigador del CEAB-CSIC Miguel Ángel Mateo y Fernando Brun, responsable de la Unidad de Carbono Azul de la Universidad de Cádiz (UCA). El grupo está centrado en el papel de la vegetación litoral, como las marismas, manglares y praderas marinas, como sumidero de dióxido de carbono.
Según Mateo, el ritmo de desaparición de las praderas marinas y marismas mediterráneas, entre el 1% y el 5% anual, es alarmante. Con la pérdida de estos hábitats, no solo perdemos la función de enterramiento de carbono, sino también otras funciones vitales, como la protección contra la erosión costera, la filtración de contaminantes del agua, y la base de las redes tróficas marinas.
Para combatir estos problemas, el grupo de expertos tiene como objetivo promover la coordinación a nivel europeo e internacional y la difusión de proyectos de investigación y publicaciones científicas relacionadas con la ciencia del carbono azul. Específicamente, se centrarán en los efectos que el cambio ambiental, tanto natural como derivado de las actividades humanas, tiene sobre la salud de estos ecosistemas de alto valor medioambiental.