Tourmalet por Sergi López Egea

La maldad necesaria para ganar el Tour

Todos los grandes ciclistas que han logrado conquistar el prestigioso Tour de Francia tienen algo en común: una cierta dosis de maldad. Esa maldad es la que impulsa a los corredores a buscar el punto débil del rival, a probarlo, a castigarlo, y a veces, a llevarse sorpresas desagradables cuando el oponente se resiste a caer. Como en la famosa cuesta de Bolonia, donde cada fin de semana decenas de cicloturistas se retuercen de esfuerzo tratando de vencerla.

Los ‘niños malos’ del Tour

El Tour ha visto pasar a muchos ‘niños malos’, aquellos que querían ganarlo todo y no dejaban ni las cáscaras de las pipas para los que trataban de enfrentarse a ellos. Uno de los más famosos es, sin duda, Eddy Merckx, apodado ‘El Caníbal’ por su implacable forma de devorar a sus rivales de febrero a octubre, y especialmente en el Tour. Otro ‘niño malo’ fue Luis Ocaña, quien se atrevió a noquear a Merckx en 1971 y acabó en la cuneta, un accidente que probablemente habría evitado hoy en día gracias a los innovadores frenos de disco.

La beatificación de Induráin

Miguel Induráin, por su parte, merecería una beatificación en el ciclismo por su forma de ganar el Tour. Más que ganar etapas, Induráin se centraba en llegar vestido de amarillo a París. Bajo la disciplina de la contrarreloj, se convertía en un tirano, sometiendo a sus rivales como un rey medieval.

El ‘fair play’ en el Tour

A pesar de la maldad que puede requerir ganar el Tour, esto no implica necesariamente hacer trampas. Los astros del ciclismo también se rigen por el ‘fair play’, no necesitando atacar al rival en el control de avituallamiento, que ahora es prácticamente un decorado. Los equipos establecen sus propios pasos de alimentación y bebida y se lo comunican a los corredores para que estén atentos a la hora de recibir una bolsa de comida o unos bidones de bebida fresca.

Aprendiendo a orinar en marcha

En el pasado, los corredores temían incluso pararse a orinar, por temor a perder tiempo. Muchos aprendieron a hacerlo en marcha y sin bajar de la bicicleta. Hoy en día, las averías y pinchazos son menos frecuentes, y las únicas circunstancias inevitables son los accidentes, cuando el corredor se va al suelo y la bicicleta se daña.

El ‘niño malo’ Tadej Pogacar

Pese a su apariencia inocente, Tadej Pogacar es otro ‘niño malo’ del Tour. Desde la segunda etapa ha querido probar a Jonas Vingegaard y no lo ha dejado respirar, poniéndolo a prueba constantemente, sin darle tiempo a recuperarse tras su caída en abril en el País Vasco.

El corsario Vingegaard

Pero Vingegaard no se queda atrás. Cuando vea la oportunidad, se pondrá la careta de corsario para tratar de robarle a Pogacar los preciados segundos. Si son minutos, mejor. Por eso, se corre el Tour de los ‘niños malos’, siguiendo las consignas de los héroes de esta carrera. Pero de las malas pulgas de Bernard Hinault, leyenda del ciclismo, se hablará otro día.