La cara nada rosa del cáncer de mama

Cáncer de mama metastásico: la realidad que no se muestra en rosa

Pilar Fernández no es la típica imagen de la mujer con cáncer de mama que luce un pañuelo rosa. Fue diagnosticada con esta enfermedad hace más de 30 años y, a diferencia del 70% de las mujeres que se curan, ella pertenece al porcentaje que no lo hace. A pesar de que el cáncer de mama es uno de los que registra mayores porcentajes de curación, Pilar se encuentra en una lucha constante, sometiéndose a controles y tratamientos de por vida.

Como presidenta de la Asociación Española de Cáncer de Mama Metastásico (AECMM), Fernández celebra el hecho de que el 70% de las 36,000 mujeres diagnosticadas anualmente con cáncer de mama se curarán. Sin embargo, se opone a la representación idealizada de la enfermedad, conocida como «pink washing», que deja fuera a las pacientes con cáncer de mama metastásico. «No se menciona que el año pasado fallecieron 6,617 personas. Se tiende a suavizar y contar una historia muy positiva del cáncer de mama y a olvidarse del 30% de personas que nunca se curarán», afirma.

El cáncer de mama metastásico es cuando las células cancerosas se extienden a otras partes del cuerpo, como los huesos, el hígado, el cerebro o los pulmones. Esta fase de la enfermedad presenta un gran desafío para la investigación médica. Según el doctor Antonio Llombart, jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital Arnau Vilanova, se están produciendo avances significativos. «Estamos observando que las terapias dirigidas obtienen en algunas pacientes respuestas tan profundas y prolongadas que no es imposible pensar que algunas de ellas hayan conseguido la erradicación definitiva de la enfermedad. Este fenómeno es particularmente relevante en el subtipo denominado HER2-positivo y todo el reconocimiento hay que hacérselo a las terapias dirigidas frente a esta proteína», indica.

Las terapias dirigidas son cada vez más específicas, potentes y selectivas, y la inmunoterapia es uno de los avances más significativos en este aspecto. El futuro de la medicina oncológica también se ve prometedor gracias a la generación de moléculas de gran complejidad que permiten concentrar el daño en el entorno tumoral, y a la medicina de precisión, que combina la secuenciación masiva y la biopsia líquida para conocer los mecanismos que guían cada tumor.

A pesar de los avances, hay aspectos pendientes que deben ser abordados. Uno de ellos es la agilización del acceso a nuevos fármacos aprobados por la Agencia Europea del Medicamento (EMA). Según el informe WAIT, en España transcurren 629 días desde la aprobación del fármaco hasta que este pasa a estar financiado por el sistema sanitario, un tiempo muy lejano de los 180 días que recomienda la EMA. «Vemos cómo esas terapias están disponibles en otros países un año o dos antes que aquí. Y ese tiempo puede ser la diferencia entre vivir o morir», alega Fernández.

Otro desafío importante son las desigualdades entre las diferentes comunidades autónomas en lo que respecta a la disponibilidad de tratamientos innovadores y al acceso a centros oncológicos especializados. Según el doctor Llombart, «no es posible entender el futuro de la oncología sin la implementación de nuevas tecnologías».

Para las mujeres con cáncer de mama metastásico, el día a día es una lucha constante entre la aceptación y el miedo. Desde la asociación que preside Fernández, buscan dar voz a todas las necesidades no resueltas de estas pacientes que mejorarían su calidad de vida, incluyendo circuitos de derivación urgente en caso de recaídas, unidades de enfermería oncológica, cuidados paliativos, abordaje multidisciplinar y psicooncólogos. «Somos pacientes sensibles que pensamos continuamente en la muerte», concluye Pilar Fernández, una luchadora que vive en la cara nada rosa del cáncer de mama.