La Metamorfosis de la Adolescencia: Un Vistazo al Cerebro en Transformación
La adolescencia es una etapa crucial en el desarrollo del ser humano, marcando el tránsito de la niñez a la adultez. Es una metamorfosis completa que implica numerosos e importantes cambios cerebrales. Según el doctor en Biología, David Bueno, en su libro «El cerebro del adolescente«, la corteza prefrontal del cerebro – que controla los procesos cognitivos más complejos como la planificación, la metacognición, la abstracción, la reflexión y la gestión emocional – se transforma drásticamente y se ‘recablea’ durante esta etapa.
La Adolescencia a Través de la Pantalla: Inside Out 2
La película ‘Del revés 2’ (Inside out 2), de Disney y Pixar, retrata de manera acertada esta metamorfosis. La protagonista, Riley, ya tiene 13 años y mientras que en el primer filme, cuando era niña, pudimos ver cómo funcionaban las emociones primarias – Alegría, Miedo, Ira, Asco y Tristeza, en esta nueva etapa de su vida, estas emociones conviven con la Ansiedad, Envidia, Aburrimiento y Vergüenza.
Una comprensión fundamental para los padres es que no existen emociones ‘mejores’ o ‘peores’. Como indica Begoña Ibarrola, psicóloga y una de las mayores expertas en inteligencia emocional de nuestro país, «todas las emociones hay que legitimarlas porque todas tienen cosas positivas«. Así, la educación emocional desde la infancia se vuelve esencial para preparar a los jóvenes para gestionar las nuevas emociones que experimentarán en la adolescencia.
Dentro del Cerebro Adolescente: Conexiones Neuronales y Emociones
En el desarrollo emocional y cognitivo de la adolescencia, juegan un papel fundamental las conexiones neuronales. Según Bueno, las neuronas del cerebro se conectan y establecen nuevas conexiones, mientras otras se desvanecen. Este proceso es constante y depende de las vivencias y aprendizajes del individuo. Así, las conexiones se consolidan y se mantienen con el tiempo en función de su utilidad. Cuantas más experiencias y aprendizajes tenga el niño, mayor será la estimulación de su cerebro y, por lo tanto, el número de conexiones.
Además, no todas las conexiones son iguales. Un niño que es estimulado con el miedo y los castigos no realizará las mismas conexiones que uno al que se le fomenta la confianza. Este patrón de conexión puede influir en dos áreas cerebrales específicas: la amígdala, donde se procesan las emociones, y la corteza prefrontal, donde se gestiona el pensamiento reflexivo. De acuerdo con Bueno, cuando predomina un estilo parental autoritario, estas áreas cerebrales pueden alterarse, llevando a una mayor inseguridad y rebeldía en la adolescencia, disminución de la autoestima y la capacidad de manejar el estrés, incremento de ansiedad, impulsividad y propensión a la depresión.
Las emociones se generan en la amígdala, que se activa intensamente ante amenazas. Estas emociones también contribuyen a establecer conexiones neuronales, no sólo el aprendizaje. Durante la adolescencia, este hecho es fundamental. La alegría, la tristeza, el miedo y la ira son emociones primarias, y el resto son emociones secundarias, que varían en intensidad y aparición entre individuos. La clave está en enseñar a los niños a gestionar todas estas emociones.
La ansiedad está estrechamente vinculada con el miedo, y es una respuesta natural ante una amenaza. Por lo tanto, es importante validar la ansiedad como cualquier otra emoción, ya que es una señal de que hay algo que preocupa al adolescente. Sin embargo, es crucial no permitir que se convierta en un estado crónico.
Las emociones de Envidia, Aburrimiento y Vergüenza también aparecen en la infancia, por lo que es fundamental proporcionar a los niños las herramientas adecuadas para manejarlas, con el fin de evitar complicaciones durante la adolescencia.
Las familias deben permitir que sus adolescentes se desarrollen en un ambiente tranquilo y relajado, lleno de confianza. En caso contrario, emociones como el miedo, la ira y la ansiedad pueden dispararse, y las conexiones neuronales se formarán en torno a estas emociones, en lugar de las emociones más positivas y constructivas.