El mundo digital, que a menudo consideramos inmaterial, tiene un aspecto físico y material muy real y consume recursos naturales en una escala masiva. La infraestructura de internet, con su vasta red de servidores y centros de datos, tiene una enorme huella hídrica. Estos centros de datos requieren cantidades masivas de agua para enfriar su maquinaria y prevenir el sobrecalentamiento, un problema que se ha agravado con la sequía mundial. Este problema ha llevado a la búsqueda de nuevas soluciones para enfriar los servidores, desde sumergirlos en el océano hasta sumergirlos en aceites minerales.
Aunque no existen cifras exactas sobre el consumo global de agua digital, solo los aproximadamente 700 centros de datos hiperescalares en el mundo podrían estar consumiendo alrededor de 420.000 millones de litros de agua al año, según las estimaciones. Esto es equivalente al consumo de agua de una ciudad de unos 8 millones de habitantes, como Nueva York.
Ante este desafío, las empresas están innovando rápidamente para buscar alternativas y reducir la enorme huella hídrica de internet, que se suma a la huella energética, igualmente enorme y contaminante cuando no se utilizan energías renovables.
Marina Otero, arquitecta galardonada con el prestigioso Premio Wheelwright de Harvard para arquitectos, explica que el foco actual de las grandes empresas tecnológicas está en el desarrollo de sistemas de reciclaje de agua o en el uso de aguas grises. También están explorando la construcción de centros de datos en el océano, donde el frescor del agua puede ayudar a refrigerar los servidores.
Empresas estadounidenses ya han realizado pruebas en este sentido y, se indica, China tiene planes a gran escala para sumergir centros de datos en el océano. Sin embargo, Otero advierte que el calor de estas instalaciones podría elevar puntual y localmente las temperaturas del mar, con posibles impactos en las especies marinas.
Otra solución que se está desarrollando involucra la inmersión de los servidores directamente en aceites minerales para mantener constante su temperatura. «El sistema funciona muy bien y alarga la vida útil de los servidores», añade Otero.
En Estados Unidos también se está investigando el uso de moléculas sintéticas de ADN para el almacenamiento de datos sin consumo de agua ni energía. Incluso hay planes incipientes que contemplan la idea de trasladar algún día los centros de datos al espacio exterior, un entorno de por sí frío donde las infraestructuras podrían alimentarse directamente con energía solar.
Otero subraya que los centros de datos consumen agua y energía de manera similar a cómo lo hacen los aires acondicionados en nuestros hogares, aunque en un orden de magnitud muy diferente. «La gente tiene que saber que la información del teléfono móvil no flota en la nada; se almacena en servidores que funcionan con agua y energía y emiten un volumen de CO2 superior al de la industria de la aviación», advierte.
En países con escasas lluvias y sequías prolongadas, como los del Mediterráneo o Sudamérica, el enorme consumo de agua de los centros de datos se está convirtiendo en un problema importante. «Cuando hay un centro de datos en un territorio, este compite directamente por el agua con las poblaciones cercanas», explica Otero.
Por ejemplo, en Chile, los vecinos de un barrio de Santiago lograron detener la construcción de un centro de datos de una de las grandes tecnológicas de Estados Unidos después de demostrar que la instalación agotaría en gran medida el agua del acuífero local, dejando a la población casi sin recursos.
En contraste, en países nórdicos como los escandinavos, el clima frío es más favorable para la refrigeración de los centros de datos al reducir la diferencia de temperatura entre el exterior y el interior. A pesar de que la escasez de agua es menos aguda en estos países, también están innovando en la búsqueda de alternativas para reducir el consumo de agua y energía. En ciudades como Estocolmo, se reutiliza el inmenso calor generado por los centros de datos para proporcionar calefacción a la ciudad y existen proyectos que «reciclan» el impacto térmico de las infraestructuras digitales para calentar invernaderos en los que se cultivan hortalizas y se crían especies.
La búsqueda de soluciones sostenibles para el consumo de agua y energía de los centros de datos es un esfuerzo global que sigue evolucionando. Con cada innovación, nos acercamos un paso más a un internet más verde y sostenible.