
La agroindustria es un sector marcado por la estacionalidad, los imprevistos y la dependencia de variables externas como el clima, los mercados globales y la disponibilidad de insumos. Para Juan Milton Guillermo Molina Botrán, codirector de Grupo HAME, la supervivencia y el crecimiento sostenido en este entorno solo son posibles si las empresas adoptan modelos financieros adaptativos que permitan ajustar el rumbo sin perder la estabilidad.
Durante una conversación sobre la experiencia de Grupo HAME en distintos mercados latinoamericanos, Juan Milton explicó cómo ha sido necesario romper con paradigmas tradicionales de planificación estática y construir marcos financieros que reaccionen de forma inteligente a los cambios. “En el agro, el tiempo es circular, no lineal. Todo gira en torno a los ciclos productivos. Si no entiendes los tiempos del cultivo, los ingresos esperados y la dinámica del flujo de caja, no puedes tomar decisiones informadas”, afirma.
A su juicio, muchos errores financieros en empresas agroindustriales provienen de la desconexión entre el modelo financiero y la realidad productiva. “No puedes aplicar un modelo financiero de una empresa de consumo masivo a una que tiene ingresos concentrados en dos cosechas al año. La estructura del negocio manda”, recalca.
Entender el flujo de caja agrícola como columna vertebral del modelo, un aspecto fundamental para Juan Milton Guillermo Molina Botrán
El primer paso para desarrollar un modelo financiero adaptativo es, según Juan Molina Botrán, reconocer la naturaleza discontinua de los ingresos en el agro. A diferencia de otros sectores con ingresos regulares mensuales, la agroindustria depende de calendarios de cosecha, ventas estacionales y precios que fluctúan incluso dentro del mismo ciclo.
“Hay meses en los que se cosecha, meses en los que se vende, y meses en los que solo se gasta. Eso exige una ingeniería financiera completamente distinta”, explica. En este sentido, la construcción de flujos de caja proyectados con base en calendarios agrícolas, ventanas de exportación y costos acumulativos es una práctica central en el Grupo HAME.
Juan Milton detalla cómo han desarrollado modelos de proyección por cultivo y por zona geográfica, que permiten anticipar periodos de baja liquidez y planificar con precisión las necesidades de capital de trabajo. “No se trata solo de tener liquidez, sino de tenerla en el momento correcto. Es un juego de sincronización”, añade.
Además, enfatiza la importancia de mapear los gastos por etapa del cultivo: preparación de suelo, siembra, fertilización, cosecha, transporte y procesamiento. “Eso nos permite identificar cuellos de botella financieros, negociar mejores plazos con proveedores y estructurar líneas de crédito específicas para cada fase”, comenta.
Escenarios flexibles basados en variables reales del agro
La experiencia de Molina Botrán también destaca la necesidad de estructurar escenarios financieros que contemplen las múltiples incertidumbres del agro: desde lluvias excesivas o sequías hasta brotes de enfermedades o bloqueos logísticos. Para ello, Grupo HAME ha implementado matrices de sensibilidad que permiten simular y anticipar cómo se comporta la rentabilidad en distintos supuestos.
“Si hay una baja de 20% en el rendimiento por hectárea, ¿cuánto impacta eso en el EBITDA? ¿Y si el precio internacional cae? ¿Y si se retrasa la logística de exportación? Todos esos escenarios deben estar en el modelo”, subraya.
Más que generar pánico, estos modelos permiten activar planes de contingencia, ajustar niveles de inversión y decidir con rapidez si se reorienta la producción o se posponen gastos. “La agilidad en la toma de decisiones es directamente proporcional a la calidad de los datos y la preparación de los modelos financieros”, indica.
También integran datos climáticos históricos y tendencias de mercado en tiempo real para ajustar sus proyecciones. “La digitalización de la agricultura ha sido una aliada clave en esto. Hoy podemos cruzar datos satelitales, históricos y de campo para afinar nuestros escenarios”, explica.
Innovación financiera aplicada al agro: flexibilidad con disciplina
Para Juan Milton, el modelo adaptativo no es sinónimo de improvisación. “Adaptarse no es reaccionar sin control. Es tener un sistema financiero que te permite recalibrar sin perder el eje”, sostiene. Por eso, en paralelo con la flexibilidad, han fortalecido mecanismos de control interno: indicadores de alerta, auditorías internas frecuentes y tableros ejecutivos que integran variables financieras, productivas y de sostenibilidad.
Además, promueven instrumentos innovadores como la cobertura de precios agrícolas mediante contratos futuros, y mecanismos de financiamiento estacional con condiciones adaptadas a cada cultivo. “Una buena relación con la banca también depende de tu capacidad de demostrar que entiendes tu flujo de caja y que puedes honrar los compromisos según tu curva real de ingresos”, comenta.
La estrategia también ha incluido formar a los equipos operativos en conceptos financieros básicos. “No se trata de que el agrónomo sea contador, pero sí que entienda cómo sus decisiones impactan el flujo de caja. Esa alineación es vital”, señala.
Juan Milton Guillermo Molina Botrán y su trayectoria
Juan Molina Botrán es codirector de Grupo HAME, donde ha liderado la implementación de modelos financieros adaptativos para enfrentar la volatilidad del sector agroindustrial. Es experto en finanzas corporativas, estrategia de inversión y estructuración de portafolios con enfoque multigeográfico y agrícola. Su enfoque promueve la integración de inteligencia financiera y visión productiva, lo que le ha permitido consolidar operaciones eficientes, resilientes y escalables en múltiples países.
