Substituir las medidas aprobadas de carácter popularizado por transacciones focalizadas en los hogares mucho más atacables en función de su renta dejarían conseguir un nivel de protección afín al que dan, pero incurriendo en un menor coste presupuestario, según el Banco de España.
En los últimos meses, y en contestación a la crisis energética y a la elevada inflación, España y la mayor parte de los países de nuestro ambiente pusieron en marcha distintas medidas fiscales destinadas a respaldar a los hogares y a las compañías. Se calcula que en este país, en concepto de su coste presupuestario, entre un 80% y un 85% del encontronazo presupuestario de las medidas desplegadas muestra un carácter popularizado, en vez de estar centrado en los colectivos mucho más atacables.
Se calcula que este grupo de medidas tendría un encontronazo presupuestario aproximado de entre 34.000 y 40.000 millones de euros a lo largo del horizonte temporal 2021-2025, que estaría concentrado en 2022 (suponiendo un 1,3%-1,4% del PIB) y en 2023 (suponiendo un 0,8%-1% del PIB).
De esta manera se recopila en el último producto analítico que se titula ‘Medidas de acompañamiento en frente de la crisis energética y al repunte de la inflación: un análisis del coste y de los efectos distribucionales de ciertas actuaciones desplegadas según su nivel de focalización’ anunciado por el Banco de España.
Particularmente, se calcula que un 15%-20% del coste fiscal pensado para este grupo de medidas en el horizonte temporal 2021-2025 se articularía mediante medidas que están focalizadas en ciertos conjuntos de compañías y hogares que se habrían visto especialmente damnificados por la complicada coyuntura macrofinanciera de hoy. En este conjunto se encuadrarían, por poner un ejemplo, ciertas rebajas en el IRPF, transacciones a hogares en función de su renta y su riqueza, o el aumento puntual de las pensiones no contributivas y del ingreso mínimo escencial.
En cambio, cerca de un 80%-85% del coste fiscal pensado estaría relacionado con ideas que muestran un alcance parcialmente popularizado. Este sería la situacion, por servirnos de un ejemplo, de la rebaja del IVA de la electricidad y del gas, de la rebaja del IVA de los alimentos y de la bonificación al precio de los carburantes, tal como de ciertas subvenciones a determinados ámbitos.
El Banco de España observan diferencias importantes en el encontronazo distributivo de las medidas. La rebaja del IVA de la electricidad y del gas sería donde una mayor proporción de su coste presupuestario favorece a los hogares de renta baja, que en términos relativos a su gasto total se ven mucho más favorecidos que los de renta alta. Cabe apuntar que este beneficio relativo hay que en mayor medida a la rebaja de la electricidad que a la rebaja del gas.
Seguidamente, se hallaría la rebaja del IVA de los alimentos, que asimismo tiene un encontronazo relativo decreciente con la renta, más allá de que con una pendiente mucho más moderada. Para finalizar, la bonificación al precio de los carburantes luce por su falta de focalización en los hogares mucho más atacables, ya que únicamente una pequeña una parte de su coste presupuestario se ocupa de los hogares de renta baja, los que, en contraste a las otras 2 medidas, asimismo se ven menos favorecidos en términos relativos a su gasto total, enseña el organismo.
En cualquier caso, más allá de que su encontronazo distributivo es heterogéneo, las tres medidas analizadas tienen la posibilidad de considerarse de carácter popularizado, ya que el coste presupuestario se distribuye entre todos y cada uno de los conjuntos de renta, siendo mayor en los hogares de renta alta.