El camino de emprendimiento es uno en el que muchos se aventuran, pero no todos logran tener éxito. La mortalidad empresarial en Canarias muestra el alto grado de dificultad que conlleva abrir un negocio, y lo desafiante que resulta mantenerlo a flote. Esta región española tiene la tasa más alta de fracaso empresarial en todo el país, con un alarmante 31,2% de negocios que no llegan a cumplir su quinto año de actividad.
En Canarias, los emprendedores se enfrentan a retos que van más allá de los desafíos comunes de gestión empresarial. Entre estos, la pandemia de COVID-19 y la posterior crisis inflacionaria han aumentado exponencialmente los costes operativos, llevando a muchos a cerrar sus negocios.
Desde 2019, 5.446 empresas han cesado su actividad en Canarias, una cifra que refleja la dura realidad del emprendimiento en esta región. Esta tasa de mortalidad empresarial es la más alta de España, sólo superada por las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. En comparación, la media estatal se sitúa en el 26,4%, según un estudio realizado por Informa D&B.
Pero, ¿qué factores contribuyen a esta alta tasa de mortalidad empresarial en Canarias? La respuesta radica en una combinación de factores únicos de la región.
El alza de los costes ha complicado la actividad de muchos negocios. El aumento del precio de la electricidad, de los productos y las materias primas, y de los salarios, se suman en las Islas a los importantes incrementos vinculados al transporte. Este último, en particular, es un factor determinante para los negocios isleños, dada la lejanía del archipiélago con el territorio continental.
Además, el tamaño de las empresas también juega un papel importante en su supervivencia. Según el estudio, las microempresas –aquellas con hasta cinco trabajadores– tienen una tasa de mortalidad mayor, del 14,2%. Este tipo de negocios son mayoritarios en Canarias, lo que hace a su tejido empresarial más vulnerable a los cierres.
Asimismo, la alta dependencia del sector servicios también hace que las empresas de las Islas sean más propensas al cierre prematuro. Aunque son las compañías vinculadas a la industria extractiva y textil las que registran una tasa de mortalidad más alta, las pertenecientes al comercio y la hostelería no se encuentran lejos. Según los datos nacionales, el 30,6% de las tiendas abiertas desde 2019 y el 27,7% de las vinculadas a la hostelería han cerrado en los últimos cinco años.
A estos factores se suman la saturación del sector servicios, el mercado fragmentado de las Islas y la limitada cultura emprendedora. Este último factor ha llevado a que muchos negocios estén abocados a la extinción desde su inicio, lo que contribuye a la alta tasa de mortalidad empresarial en la región.
Además, el estudio de Informa D&B destaca que no todos los negocios cierran de forma oficial. De las 124.419 empresas que cesaron su actividad comercial en España, el 73,27% lo hizo de manera informal. En otras palabras, siete de cada diez negocios que finalizan su actividad no lo comunican de manera oficial, no abren un procedimiento concursal, se dan de baja de oficio o publican su disolución o extinción. En su lugar, la mayoría simplemente quedan inactivas, dejan de cumplir con la obligación de publicar sus cuentas o se encuentran ilocalizables. Desafortunadamente, estos cierres suelen dejar deudas con el banco, los proveedores, el dueño del local o sus propios trabajadores, representando el fracaso de un sueño que no pudo ser.
En resumen, abrir un negocio en Canarias es un reto arduo. No sólo se requiere de un gran esfuerzo para ponerlo en marcha, sino que también se enfrentan a factores únicos de la región que dificultan su supervivencia. En este contexto, los datos reflejan la cruda realidad del emprendimiento en Canarias, una región con una tasa de mortalidad empresarial alarmantemente alta.