El escenario de la Copa del Rey fue manchado por la violencia cuando los ultras descerebrados, como los ha denominado el Athletic Club, desataron el caos en las inmediaciones del estadio de San Mamés durante el partido de vuelta de las semifinales contra el Atlético de Madrid. En una declaración pública, el Athletic Club condenó «sin paliativos» los incidentes, mientras que el Atlético criticó el deficiente operativo de seguridad y tomó la decisión de no vender entradas a los seguidores del equipo vizcaíno para el próximo encuentro de LaLiga EA Sports en el Cívitas Metropolitano.
Durante los altercados, una persona fue detenida y seis ertzainas resultaron heridos con cortes y contusiones. Los disturbios se produjeron durante el acompañamiento de los equipos hasta el interior del estadio y también al final del partido. Grupos de alborotadores arrojaron contra los agentes botellas, vasos de cristal, objetos contundentes y artefactos pirotécnicos, tanto al inicio como al final del encuentro.
El Athletic Club reiteró su compromiso total por un fútbol sin violencia, destacando el enorme desprestigio que estos incidentes representan para la ejemplar afición y para el propio club. El conjunto rojiblanco mencionó que quienes provocaron los disturbios y se comportaron como ultras descerebrados no representan al Athletic Club y merecen la reprobación y el rechazo de todos los que forman la familia athleticzale.
Por otro lado, el Atlético de Madrid denunció el deficiente operativo de seguridad y el caos provocado por el comportamiento inaceptable de algunos aficionados radicales del Athletic Club. Según el club colchonero, estos incidentes obligaron al autobús del equipo a alterar su itinerario hacia San Mamés, teniendo que permanecer en su interior durante 35 minutos, a pesar de que el hotel de concentración se encontraba a escasos 500 metros del recinto.
El Atlético también condenó «el gravísimo ataque» sufrido por un grupo de sus aficionados en un bar cercano a San Mamés, que causó heridas de consideración a un socio atlético que tuvo que ser trasladado a un centro hospitalario. Este incidente no fue un hecho aislado, ya que durante toda la jornada grupos de aficionados radicales amedrentaron y amenazaron a multitud de sus seguidores, creando escenas de pánico que se intensificaron a las puertas del estadio, especialmente en el acceso de la afición visitante.
A pesar de las solicitudes de seguridad del Atlético de Madrid al Athletic Club y a la Ertzaintza para el refuerzo de las medidas de protección, la violencia se descontroló, dejando una mancha en el fútbol que ambos clubes y los fans verdaderos seguramente condenarán enérgicamente.
