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El dengue, una infección vírica transmitida a través de la picadura de las hembras de los mosquitos ‘Aedes’, es una amenaza global que merece una mayor atención, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta enfermedad, que afecta a lactantes, niños pequeños y adultos, puede manifestarse de manera similar a la gripe, pero con consecuencias potencialmente mucho más graves.

El virus del dengue se presenta en cuatro serotipos: DEN 1, DEN 2, DEN3 y DEN 4. Los síntomas de esta enfermedad pueden aparecer entre tres y 14 días después de la picadura infectiva, lo que significa que las personas pueden no ser conscientes de que han sido infectadas hasta que comienzan a sentirse enfermas.

Los síntomas más habituales del dengue incluyen fiebre de 38° o más que puede ir acompañada de varios otros síntomas. Estos pueden incluir dolor de cabeza, dolor detrás de los ojos, dolor muscular y/o en las articulaciones, náuseas y/o vómitos, cansancio intenso, aparición de manchas en la piel, picazón y sangrado de nariz y/o encías.

Lamentablemente, aún no existe ningún tratamiento específico contra el dengue. Cuando la enfermedad se agrava, puede convertirse en una complicación potencialmente mortal. Sin embargo, un diagnóstico clínico precoz y una atención clínica cuidadosa suele ser suficiente para salvar la vida de los pacientes.

La OMS informa que más del 70% de la carga de morbilidad por esta enfermedad se concentra en Asia sudoriental y en el Pacífico occidental. Sin embargo, en los últimos años, la incidencia y la gravedad de la enfermedad han aumentado rápidamente en Latinoamérica y el Caribe. En las regiones de África y el Mediterráneo oriental también se han registrado más brotes de dengue en los últimos 10 años.

Desde el 2010, se ha notificado la transmisión indígena del dengue en Europa, lo que refuerza la creciente preocupación global por esta enfermedad. El aumento mundial del dengue se ha atribuido a varios factores, incluyendo la urbanización, los movimientos rápidos de personas y bienes, las condiciones climáticas favorables y la falta de personal capacitado para manejar la enfermedad.

El dengue, a pesar de ser una enfermedad prevenible, sigue siendo una amenaza para la salud global debido a la falta de conciencia y de medidas de prevención efectivas, especialmente en áreas donde los mosquitos ‘Aedes’ son prevalentes. La OMS sigue trabajando en la educación y prevención del dengue en un esfuerzo por reducir la incidencia y la gravedad de esta enfermedad en todo el mundo.