Mutua Madrid Open

El pasado jueves, la Caja Mágica de Madrid presenció un inusual lleno total en un partido de primera ronda, una prueba clara de que cualquier día podría ser el último para el veterano tenista Rafa Nadal. Cabe recordar que en su conferencia de prensa previa, Nadal había confirmado que el Mutua Madrid Open sería su última presentación en el torneo, lo que dejó un aire de nostalgia. La cita no sólo se trataba de un partido de tenis, sino también de una despedida anticipada, de un homenaje a una leyenda del deporte que ha demostrado ser, después de todo, humano y con fecha de caducidad.

Sin embargo, este jueves no sería su último día. Nadal, a pesar de estar a medio gas y con movimientos limitados al inicio, no le dio opción al joven Darwin Blanch. El partido marcó un récord de mayor diferencia de edad en un enfrentamiento de los Masters 1.000. Blanch, un «pipiolo» de 16 años que estaba en su segundo partido como profesional, fue eliminado por Nadal en poco más de una hora con un 6-1 y 6-0. Con este triunfo, Nadal se regaló una nueva oportunidad en casa, esta vez contra el australiano De Miñaur, quien le había vencido una semana atrás en Barcelona.

Durante el partido, Nadal pareció disfrutar y se mostró relajado, sacando a relucir su derecha ante un Blanch que estaba visiblemente nervioso y superado por la situación. No es de extrañar, considerando que estaba cara a cara con un ganador de 22 Grand Slams. Blanch apenas pudo arrebatarle un juego, y su altura de 190 centímetros le ayudó en ese único logro.

En el aspecto tenístico, para Nadal fue un partido tranquilo. Mantuvo un saque sobrio, no forzó demasiado y se animó en los momentos adecuados. De hecho, el balear solventó una primera ronda que nunca hasta la fecha había tenido que jugar en Madrid. Esta situación, más resultado de los vaivenes del ranking que de un plan previo, puede beneficiarle para seguir cogiendo ritmo sin mucha exigencia.

A medida que el partido avanzaba, Nadal fue creciendo. Se soltó con el correr de los juegos, intentó cosas que solía hacer con facilidad a pesar de sus 37 años y las innumerables cicatrices en su cuerpo. Esas derechas invertidas tan características de su repertorio, que han sido limitadas por problemas en el abdominal, afloraron de vez en cuando.

El plano emocional fue diferente. El motivo por el que Nadal juega el torneo no es otro que su amor por el juego y el apoyo de su equipo y familia. A pesar de que Madrid no suele ser el torneo más cariñoso, la presencia de su equipo completo y su familia al completo en el banquillo, incluyendo los dos hijos de Carlos Moyá, su entrenador, hizo pensar que Nadal no va de farol y que la cuenta atrás ha comenzado. El sábado, un nuevo capítulo en esta emotiva despedida.