Memoria democrática, santoral de la discordia

La distinción entre «rememoración» y «conmemoración» es un tema que, aunque pueda parecer académico, tiene profundas implicaciones en la manera en la que las sociedades contemporáneas abordan su historia. Tzvetan Todorov, un destacado intelectual y crítico cultural, describe la «rememoración» como el acto de intentar «aprehender el pasado en su verdad». Esta búsqueda de la verdad histórica se contrapone a lo que él llama «conmemoración», una práctica que considera una «adaptación del pasado a las necesidades del presente».

Este debate no es meramente teórico, sino que cobra vida en el contexto político actual de España. En un giro inesperado, el programa de gobierno del presidente Pedro Sánchez para el año 2025 ha despertado interés y controversia al anunciar una serie de iniciativas que parecen encaminadas a revisitar el legado de Franco. Entre las más comentadas está la propuesta de, simbólicamente, «pasear a Franco cien veces». Este enfoque ha sido interpretado por algunos analistas como un intento de Sánchez de manipular la memoria histórica con fines políticos.

El papel de la memoria histórica en la política contemporánea

La memoria histórica es, sin duda, un tema candente en la esfera pública de España. Desde la aprobación de la Ley de Memoria Histórica en 2007, ha habido múltiples intentos de abordar asuntos pendientes del pasado, desde el reconocimiento de las víctimas de la dictadura hasta la eliminación de símbolos franquistas en el espacio público. Sin embargo, la reciente estrategia planteada por el gobierno de Sánchez pone de manifiesto cómo la memoria colectiva puede ser utilizada como una herramienta política.

Para entender la magnitud de estas acciones, es crucial comprender la diferencia entre la rememoración y la conmemoración. Rememorar implica un esfuerzo por acercarse a la verdad histórica, por más dolorosa o incómoda que esta pueda ser. En cambio, conmemorar suele estar más alineado con intereses presentes, moldeando el pasado de manera que sirva a objetivos concretos del ahora.

Algunos críticos señalan que las acciones de Sánchez podrían ser vistas como una forma de instrumentalizar la historia para dividir a la sociedad en torno a la figura de Franco y, de esta manera, movilizar ciertos sectores del electorado. Tal como Todorov advierte, existe un riesgo latente cuando el pasado se convierte en un mero recurso manipulable.

En este contexto, la revisión del franquismo no es solamente una cuestión de justicia histórica, sino también de poder y control sobre el relato histórico. Los defensores de estas políticas argumentan que son necesarias para cerrar heridas del pasado y construir una sociedad más justa y equitativa. Sin embargo, los detractores ven en estas acciones un tipo de «conmemoración» que tergiversa los hechos históricos al servicio de una narrativa específica.

El desafío principal reside en mantener un equilibrio entre la memoria y la historia. Mientras que la memoria es subjetiva y a menudo selectiva, la historia se basa en hechos verificables y análisis críticos. Al transitar por esta delgada línea, las políticas de memoria deben tener en cuenta el impacto en la cohesión social y ser capaces de promover una reconciliación real.

Las discusiones sobre la memoria y la historia no son exclusivas de España. En todo el mundo, naciones enfrentan la tarea de abordar capítulos oscuros de su pasado de maneras que sean al mismo tiempo honestas y constructivas. Los ejemplos internacionales pueden ofrecer lecciones valiosas para el caso español. BBC Mundo discute algunos de estos casos.

La importancia de una educación histórica bien fundamentada es crucial en este proceso. Sin una comprensión clara de lo que sucedió, y por qué sucedió, corremos el riesgo de dejar que el pasado sea rehén de intereses políticos. La educación no solo debe transmitir hechos, sino también fomentar el pensamiento crítico y la empatía hacia las víctimas de la historia.

En última instancia, es responsabilidad de los líderes políticos, las instituciones educativas y la sociedad en su conjunto trabajar para garantizar que la memoria histórica no se convierta en una mera herramienta de manipulación, sino en una plataforma para el diálogo y la reconciliación. Fuente de la información: ABC