El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en una imagen de archivo.

La explosión de la inteligencia artificial (IA) ha despertado tanto entusiasmo como preocupación a nivel mundial. En respuesta a esta creciente preocupación, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha solicitado la creación de normas internacionales para regular la IA. Esta solicitud, la primera de su tipo sobre este asunto delicado, fue presentada durante una sesión reciente.

La propuesta, preparada por los Estados Unidos y copatrocinada por decenas de países, fue adoptada por consenso después de varios meses de negociaciones. La resolución excluye la IA militar y enfatiza la necesidad de establecer normas que aseguren que los sistemas de inteligencia artificial sean seguros y fiables.

El objetivo principal de esta iniciativa es promover, en lugar de obstaculizar, la transformación digital y el acceso equitativo a los beneficios de estos sistemas. Este esfuerzo está alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, que buscan garantizar un futuro mejor para toda la humanidad para 2030.

«Hoy nos encontramos en un punto de inflexión. La inteligencia artificial plantea retos universales existenciales», dijo la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, promotora del texto.

La resolución también subraya las amenazas que plantean las tecnologías diseñadas o utilizadas con fines equivocados o con la intención de causar daño. La aparición a finales de 2022 de ChatGPT, de la empresa californiana OpenAI, que es capaz de escribir disertaciones, poemas o hacer traducciones en segundos, ha añadido una nueva dimensión a los intentos de regulación de la IA.

Este sistema ha revelado el gran potencial de la IA, pero también ha expuesto sus riesgos para la democracia. En un año en el que la mitad del mundo elegirá a sus líderes, la difusión de fotografías o vídeos falsos que pueden manipular a la opinión pública y arruinar la vida de las personas se ha convertido en una preocupación creciente.

El texto reconoce que, sin salvaguardias, la IA corre el riesgo de socavar los derechos humanos, reforzar los prejuicios y la discriminación y poner en peligro la protección de los datos personales. Por lo tanto, pide a todos los Estados miembros y otras partes interesadas que se abstengan o dejen de utilizar sistemas de inteligencia artificial que no puedan utilizarse respetando los derechos humanos o que presenten riesgos excesivos para el ejercicio de los derechos humanos.

La resolución se centra principalmente en los beneficios potenciales de la IA para el desarrollo, y afirma estar comprometida con la reducción de la brecha digital entre países y dentro de ellos. La embajadora estadounidense recalcó que la IA «también alberga profundas oportunidades universales para acelerar nuestro trabajo para acabar con la pobreza, salvar vidas, proteger nuestro planeta y crear un mundo más seguro y equitativo».

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, quien ha hecho de la regulación de la IA una de sus prioridades, pidió la creación de una entidad de la ONU que siga el modelo del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Guterres ha destacado las amenazas que suponen la desinformación y los prejuicios, y recientemente alertó de los «sesgos» de las tecnologías diseñadas principalmente por hombres que «ignoran» las necesidades y derechos de las mujeres.

«No creo que Estados Unidos quiera dejar que Guterres lidere esta conversación tan delicada, así que está interviniendo para dar forma al debate», dijo Richard Gowan, analista del International Crisis Group. Se alude a una «carrera» protagonizada por varios Estados miembros de la ONU, entre ellos Estados Unidos, China y Corea del Sur, para estar a la vanguardia de esta cuestión social.

En octubre, la Casa Blanca ya había dado a conocer normas y principios destinados a garantizar que Estados Unidos «lidere el camino» en la regulación de la IA, y el presidente Joe Biden insistió en la necesidad de «gobernar» estas tecnologías. Mientras tanto, el Parlamento Europeo aprobó el 13 de marzo la primera ley en el mundo para regular el uso de la inteligencia artificial en la Unión Europea.