José Manuel Sánchez Ron: Cervantes sí, Darwin también

El mundo de la ciencia, a lo largo de la historia humana, ha sido testigo de avances sin precedentes que han desafiado y superado las fronteras del conocimiento. En su núcleo, el deseo insaciable de descubrimiento y comprensión es lo que ha impulsado y continúa impulsando a nuestra especie a nuevas alturas. Sin embargo, ignorar la ciencia es privarse de una gran parte de lo mejor que nuestra especie ha producido y sigue produciendo. Esta es la esencia de la perspectiva del autor, José Manuel Sánchez Ron.

Nos encontramos en una era donde el conocimiento científico está al alcance de nuestras manos. Los avances en tecnología y educación han abierto puertas a una gran cantidad de información. Sin embargo, a pesar de esta disponibilidad, muchas personas optan por ignorar la ciencia y se pierden la oportunidad de apreciar y comprender los fenómenos que nos rodean.

El autor menciona a Luis Mateo Díez, a quien le dedica este artículo, y agradece los mundos literarios que ha construido. Este guiño a la literatura no es casual, ya que el autor señala que nuestra comprensión de la ciencia puede ser profundizada y enriquecida a través de la literatura y el arte. Así, la ciencia y la literatura no son dos campos separados, sino que se complementan y enriquecen mutuamente.

Es importante recordar que somos hijos de las estrellas, en palabras del autor. Los elementos que forman nuestro cuerpo, el carbono, el oxígeno, el nitrógeno, entre otros, fueron fabricados dentro de las estrellas. Al final de sus vidas, las estrellas explotan y esparcen estos elementos por todo el universo. Es un proceso fascinante que nos recuerda nuestros orígenes cósmicos.

El autor enfatiza que la ciencia no es algo ajeno o distante, sino algo que está profundamente arraigado en nuestra existencia diaria. Desde el aire que respiramos, la comida que comemos, hasta los dispositivos electrónicos que usamos, la ciencia está presente en todas partes.

El autor también señala la importancia de la ciencia en el desarrollo de la sociedad. Los avances científicos han contribuido a mejorar nuestra calidad de vida, desde la medicina hasta la tecnología. Al mismo tiempo, la ciencia también nos ha permitido comprender mejor nuestro lugar en el universo y cómo podemos cuidar mejor nuestro planeta.

Ignorar la ciencia, por lo tanto, es perderse mucho de lo mejor que nuestra especie ha producido y continúa produciendo. La ciencia no es sólo una disciplina académica, sino una forma de ver y comprender el mundo. Nos permite apreciar la belleza y la complejidad del universo, y al hacerlo, nos permite apreciar mejor nuestra propia existencia.

En última instancia, el mensaje del autor es claro: la ciencia es una parte esencial de nuestra humanidad. Ignorarla es privarse de una gran parte de lo que nos hace humanos. En lugar de rechazarla, debemos abrazarla y celebrarla. Porque en el corazón de la ciencia está el deseo de descubrimiento y comprensión, y es este deseo lo que nos hace humanos.

La ciencia es, después de todo, una de las mayores aventuras de la humanidad, una aventura que todos nosotros, de una forma u otra, estamos viviendo. No hay nada que perder al sumergirse en el mundo de la ciencia, al contrario, hay mucho que ganar: conocimiento, comprensión y una mayor apreciación de nuestro lugar en el cosmos. Y eso, sin duda, es algo que vale la pena explorar.