En medio de la amplia variedad de fenómenos naturales que adornan nuestro planeta, se encuentra un volcán inusualmente negro, llamado Ol Doinyo Lengai. Este volcán, cuyo nombre traducido del idioma masai significa «la montaña de Dios», es el único en la Tierra que emite lava negra. Esta característica única, junto con su ubicación en el valle del Rift en África Oriental, en el norte de Tanzania, lo convierte en un tema de gran interés para los vulcanólogos y la comunidad científica en general.
A primera vista, el Ol Doinyo Lengai parece un volcán típico, con su cono cónico y su ubicación en una región tectónicamente activa. Sin embargo, su verdadera singularidad radica en la lava que emite. A diferencia de la mayoría de los volcanos, que producen lava rica en minerales de silicato, este volcán expulsa una lava conocida como natrocarbonatita. Esta lava tiene una base de carbono y es comparativamente más fría y menos densa que la lava típica, con una apariencia más similar al aceite de motor que a la lava a la que estamos acostumbrados. Hasta la fecha, solo en el planeta Venus hay indicios de la existencia de volcanes de este tipo.
La última erupción del Ol Doinyo Lengai comenzó en abril de 2017 y, según el portal IFLScience, seguía activa en marzo de 2024. El cono del volcán tiene una altura de 2.962 metros y en su cumbre hay dos cráteres, aunque solo el del norte entra en erupción.
Para entender cómo se forma la lava negra, es necesario entender un poco sobre la composición de la lava. Los volcanes suelen producir una lava rica en minerales de silicato, con un punto de fusión que supera los 900ºC. Sin embargo, la lava del Ol Doinyo Lengai contiene poco sílice, pero es rica en minerales carbonatados, lo que hace que pueda entrar en estado líquido a solo 540ºC.
La ausencia de sílice en la lava del Ol Doinyo Lengai es lo que le da su viscosidad única y su color negro característico. A pesar de esta viscosidad, el volcán es capaz de producir erupciones intensas, comparables a las de los volcanes más «convencionales».
Además, el dióxido de carbono disuelto en la lava le confiere un comportamiento «efervescente», similar al de un refresco con gas, lo que contribuye a la intensidad de sus erupciones.
Para desentrañar el misterio de la composición única de la lava de este volcán, un grupo de vulcanólogos obtuvo muestras de gas del cono en 2009. Descubrieron que los gases emitidos por el Ol Doinyo Lengai son prácticamente idénticos a los emitidos por las dorsales oceánicas, lo que sugiere que la lava del volcán se forma por la fusión de minerales del manto superior de la Tierra, la capa que se encuentra justo debajo de la corteza terrestre.
El valle del Rift, donde se encuentra el volcán, ha sido tectónicamente activo durante 25 millones de años. Se trata de una gran grieta en la placa africana que se desplaza varios milímetros al año. Con el tiempo, se espera que esta actividad tectónica divida el continente africano en dos, creando una gran isla separada del continente actual.
Estos hallazgos sobre el Ol Doinyo Lengai son solo un ejemplo de cómo nuestro planeta continúa sorprendiéndonos con sus maravillas naturales. A medida que los científicos siguen estudiando este volcán, seguramente descubrirán más sobre los misterios de la Tierra y, posiblemente, sobre otros planetas también.