La última semana ha sido un auténtico torbellino para OpenAI. La firma, conocida por su producto estrella ChatGPT, ha visto cómo en un corto espacio de tiempo se ha enfrentado a una serie de demandas que han sacudido su reputación. Estos casos abarcan desde presuntas violaciones de los derechos de autor hasta acusaciones de incumplimiento de acuerdos contractuales y prácticas desleales.
Entre las personas que han llevado a OpenAI a los tribunales se encuentra Elon Musk. El empresario de la tecnología presentó una denuncia contra OpenAI, su CEO, Sam Altman, y su presidente, Greg Brockman, por supuestamente incumplir el pacto que habían acordado al fundar conjuntamente el laboratorio de inteligencia artificial (IA) en 2015.
Desde su creación, OpenAI se autodefinió como una organización de código abierto y sin ánimo de lucro que abogaba por el desarrollo de esta tecnología en «beneficio de la humanidad». Musk abandonó el consejo de administración de OpenAI en 2018, y un año después la empresa nombró a Altman como CEO y creó una filial con ánimo de lucro. Según Musk, la decisión de priorizar la obtención de beneficios sobre el desarrollo seguro de la IA representa una violación de su acuerdo fundacional.
Microsoft invirtió 1.000 millones de dólares en OpenAI en 2019, un año de importantes cambios para la compañía. Con ChatGPT ya convertido en un fenómeno global a principios de 2023, Microsoft añadió otros 10.000 millones a su inversión e integró la IA generativa en su negocio, una estrategia que le permitió superar a Apple y convertirse en la empresa más valiosa del mundo.
Además de la demanda de Musk, OpenAI también se enfrenta a otros litigios. Recientemente se supo que otros tres medios de comunicación habían demandado a la empresa. Según alegan, OpenAI infringe los derechos de autor al utilizar sin autorización ni pago de licencias contenidos protegidos para entrenar su modelo de IA. Entre los demandantes se encuentran The Intercept, Raw Story y AlterNet.
No es la primera vez que la empresa se enfrenta a demandas de este tipo. A finales de diciembre, The New York Times presentó una demanda similar contra OpenAI y también contra Microsoft, acusándolas de «copiar ilegalmente» millones de sus artículos para entrenar el modelo de lenguaje que permite al popular chatbot responder a las preguntas de los usuarios.
En cuanto a la posición de OpenAI frente a estas demandas, Altman aseguró en Davos que la empresa está «dispuesta a pagar por la información (…) por utilizar los textos que entrenan nuestros modelos algorítmicos». De hecho, la startup llegó a un acuerdo económico con el gigante mediático alemán Axel Springer para poder usar sus contenidos.
Además de las demandas, esta semana también se supo que la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos (SEC) está investigando a OpenAI desde noviembre pasado. En ese momento, el consejo de administración de la compañía destituyó de forma sorpresiva a Altman, acusándole de «no ser sincero en sus comunicaciones». Tras varios días de quejas de empleados y accionistas, Altman fue reinstaurado y se anunció un nuevo consejo de administración temporal. La investigación de la SEC busca determinar si los inversores fueron engañados. Según The Washington Post, OpenAI anunciará los nuevos miembros de la junta durante el mes de marzo.
En suma, estos son tiempos complicados para OpenAI. Entre las demandas de derechos de autor y las acusaciones de incumplimiento de acuerdos contractuales, la empresa se encuentra en una situación delicada. Sin embargo, hasta ahora, ha demostrado su disposición para enfrentar los desafíos y seguir adelante con su misión de desarrollar tecnología de IA para el beneficio de la humanidad.