La creciente ola de inmigración que enfrenta Europa, y especialmente países como Grecia, Italia, Malta y España, se ha convertido en uno de los mayores desafíos en la actualidad. Esta situación presenta una gravedad considerable, no solo por el drama que ocurre en los lugares de origen, sino también por la tensión a la que están expuestas las fronteras de los países de llegada. Cada vez es más difícil gestionar el desembarco masivo de personas que llegan en circunstancias de extrema vulnerabilidad.
Es crucial encontrar un equilibrio entre el trato humanitario y la protección de la dignidad de las personas, con el control eficiente de las fronteras y el cumplimiento de las leyes de extranjería. Este desafío requiere no solo recursos, sino también una voluntad política realista, ambiciosa y libre de prejuicios o demagogia.
El papel de las Fuerzas Armadas en la protección de las fronteras
Recientemente, el portavoz del PP en el Congreso, Miguel Tellado, propuso que las Fuerzas Armadas desempeñen un papel activo en la protección de nuestras fronteras, lo que ha provocado una reacción indignada por parte del PSOE. Sin embargo, esta propuesta no es algo nuevo, ya que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ya había activado esta opción en el pasado. En 2006, tres patrulleras y tres aeronaves de la Armada colaboraron en la vigilancia de las islas Canarias, durante el mandato de José Bono como ministro de Defensa.
Las operaciones llevadas a cabo en países como Mauritania, Senegal o Mali demostraron la necesidad de movilizar todos los recursos del Estado para controlar las fronteras y hacer prevalecer la ley, siempre con las garantías humanitarias debidas.
El PSOE parece ignorar que ningún ejército moderno está diseñado exclusivamente para labores militares de guerra. En situaciones puntuales, como catástrofes naturales o coyunturas de excepción, la colaboración del ejército puede ser indispensable.
El historial del PSOE en la gestión migratoria ha sido decepcionante. Fue responsable de la catastrófica gestión de la valla de Melilla en junio de 2022, donde murieron injustificadamente decenas de personas. En 2021, España devolvió en caliente a 55 menores desde Ceuta a Marruecos, una práctica que fue declarada ilegal por el Tribunal Supremo.
La gestión de la inmigración en España
Afortunadamente, España tiene la capacidad para gestionar de manera responsable su inmigración. Sin embargo, es fundamental aprender de los errores cometidos por otros países. Francia, por ejemplo, ha demostrado que una mala planificación y acogida de los flujos migratorios puede generar problemas que potencian fracturas sociales y respuestas populistas en ambos lados del espectro ideológico.
El desafío es grande, pero si se enfrenta con realismo, eficacia, humanidad y sin prejuicios, movilizando todos los recursos del Estado, incluyendo el ejército, España puede superar con éxito uno de los mayores retos de nuestro tiempo. La clave está en la voluntad política y en una gestión eficiente y humanitaria de la inmigración.