Pogacar lucha contra el viento y la soledad en la sexta etapa del Tour
La experiencia del Tour de Francia puede a veces ser una analogía de la vida misma, donde uno se siente acorralado y cada kilómetro puede sentirse como una eternidad. En esos momentos, lo más prudente es mantener la calma, recordar el jersey amarillo que uno lleva puesto y tratar de serenarse, a pesar de las palabras desesperadas que se escuchan por la radio del director del equipo, que intenta remediar lo irremediable.
Este fue especialmente el caso en la sexta etapa del Tour, que podría haberse convertido en una trampa para el esloveno Tadej Pogacar. El día más plano de este Tour, en la que parecía previsible un final en esprint, acabó ganando el neerlandés Dylan Groenewegen.
La amenaza del viento
Todo el pelotón estaba en alerta. Se esperaba que el viento soplara de lado a 80 kilómetros del final, y fue allí donde se movieron las banderas de los aficionados y la vegetación que veían los ciclistas. Fue entonces cuando el equipo Visma resurgió de entre los corredores, demostrando que no estaban tan agotados como parecían en el Galibier.
El ritmo acelerado
Con el pelotón a 67 km/h, los ciclistas rezagados se quedaron atrás. Todo el equipo de Visma estaba en la delantera, con la esperanza de que Vingegaard, que había sido informado de la estrategia de sus compañeros, estuviera siempre en el lugar correcto.
De repente, Pogacar se encontró más solo que nunca, como si fuera un pulpo en un garaje. Los equipos rivales del Soudal (Remco Evenepoel), del Ineos (Carlos Rodríguez) o del Red Bull, como ahora se llama al equipo Bora (Primoz Roglic), tenían corredores al lado del líder. De repente, el UAE, el mismo equipo que había demostrado ser un conjunto incuestionable en el Galibier, comenzó a tener problemas.
A pesar de la soledad y la adversidad, Pogacar supo manejar la situación. Aunque fue un susto, como una pesadilla nocturna que te despierta y te agita en la cama, antes de la contrarreloj de este viernes en la región de Borgoña.
Preparándose para la contrarreloj
Para ciclistas como Pogacar, Evenepoel, Vingegaard, Rodríguez, Roglic y Ayuso, la primera contrarreloj a menudo puede ser un día de grandes diferencias, incluso más que en una dura etapa de montaña. Serán 25 kilómetros, un recorrido que en el pasado habría hecho las delicias de Miguel Induráin, convirtiéndole en un mito de la contrarreloj.
25 kilómetros de contrarreloj
Con 25 kilómetros por delante y 14 etapas para el final de la carrera, no debería haber grandes alteraciones en la clasificación general. Sin embargo, es una distancia suficiente para que un ciclista como Pogacar saque su motosierra, o para que Evenepoel demuestre por qué es el campeón del mundo, o Roglic el olímpico.
Después de dos días de sprint, la próxima etapa será un día para recuperar las emociones fuertes, a menos que el viento decida ser rebelde de nuevo.