ligero de equipaje en la luna de miel

El prominente barítono malagueño Carlos Álvarez se encuentra actualmente en Barcelona, preparándose para su actuación en una gala lírica en el Gran Teatro del Liceo. Esta noche compartirá el escenario con otros nombres destacados del mundo de la ópera, como Ermonela Jaho, Lisette Oropesa y Javier Camarena, todos ellos reconocidos por su talento y excelencia en la interpretación vocal.

La semana pasada, Álvarez estuvo en Málaga, donde supervisó las audiciones del Ópera Estudio del Teatro Cervantes de Málaga, un proyecto que él mismo ha impulsado. Los jóvenes intérpretes seleccionados tendrán la oportunidad de trabajar en la recuperación de ‘El gitano por amor’ (1829), una ópera de Manuel García largamente olvidada, como parte de un esfuerzo por redescubrir y valorar nuestro patrimonio musical.

En la próxima semana, Carlos Álvarez viajará al Covent Garden de Londres para participar en otra gala, esta vez en honor al director musical saliente de la Royal Opera House, Antonio Pappano. Sin importar dónde se encuentre, este barítono siempre lleva consigo ciertos objetos personales esenciales: sus medicamentos para la tensión, un cepillo de dientes, una muda de ropa, partituras y un libro.

Cuando se le preguntó sobre el peor viaje de su vida, recordó con cierta amargura su viaje de bodas a Innsbruck, una ciudad austríaca de belleza singular. La pareja tuvo que lidiar con un problema bastante común pero altamente frustrante: la no llegada de su equipaje. Pasaron cuatro de sus siete días de viaje sin sus maletas, un percance que limitó enormemente sus planes y actividades.

Una experiencia similar ocurrió en otra ocasión en Austria, cuando Álvarez recogió por error una maleta idéntica a la suya. Al darse cuenta de su error, volvió al aeropuerto y, para su alivio, pudo solucionar la situación con la familia a la que pertenecía la maleta. Estos incidentes han hecho que Carlos valore aún más sus pertenencias personales, especialmente sus partituras, que considera una parte integral de su identidad.

Dentro de sus partituras, Álvarez no solo encuentra las notas de la música que ha dedicado su vida a interpretar, sino también años de estudio y trabajo condensados en anotaciones y marcas personales. Aunque podría obtener nuevas copias de las partituras en cualquier teatro donde actúa, como el Metropolitan de Nueva York o el Teatro alla Scala de Milán, nunca podrían reemplazar el valor sentimental y el conocimiento acumulado en sus propias copias.

Algunas de estas partituras incluso contienen anotaciones de maestros de la música con los que ha tenido el honor de trabajar, como Georg Solti y Riccardo Muti. Estas anotaciones, al igual que las suyas, representan una riqueza de experiencia y conocimiento que no puede ser reemplazada.

Este apego a lo impreso también se extiende a sus libros. De hecho, Carlos Álvarez se ha convertido en alguien que no presta libros. Si alguien le pide un libro prestado, prefiere comprarle una copia nueva y regalársela, manteniendo su propia copia intacta. Para él, los libros, al igual que las partituras, han adquirido un valor emocional que trasciende su contenido impreso.