La firma de Enrique Ballester

El pasado jueves, mi hijo Teo encontró un antiguo reloj de pulsera en un cajón, y desde entonces, ha sido el centro de atención en nuestra casa. No hay nada más gratificante que ver la alegría y fascinación en los ojos de un niño al descubrir algo nuevo, y el viejo reloj de pulsera se convirtió en la joya de la corona para Teo. En un mundo donde nos hemos acostumbrado a la inmediatez y la novedad constante, encontrar alegría en lo simple y antiguo es un recordatorio de que la felicidad no siempre tiene que ser algo grandioso o elaborado.

El primer reloj de Teo, que solo se quitaba para entrenar y jugar partidos de fútbol, se convirtió en la nueva brújula de su vida. Durante el primer día con su nuevo compañero en la muñeca, Teo nos mantuvo constantemente actualizados con la hora. Ya sea en el coche, viendo la televisión o al despedirse antes de dormir, la precisión del tiempo se convirtió en la banda sonora de nuestra vida diaria.

Sin embargo, la fascinación de Teo con su reloj comenzó a manifestarse de manera obsesiva cuando se dio cuenta de que su reloj estaba adelantado por un minuto respecto al teléfono móvil de su hermana mayor. A pesar de intentar tranquilizarlo, la discrepancia de un minuto fue una gran preocupación para él. Para Teo, la importancia de saber la hora exacta se convirtió en un asunto de vida o muerte.

Esta obsesión por la precisión del tiempo me preocupó, y no pude evitar pensar en cómo esta actitud podría afectar a su actitud hacia los deportes. En el fútbol, los árbitros son conocidos por su precisión y rigidez, y mientras su amor y entusiasmo por el deporte son admirables, no querría que esa pasión se convirtiera en una obsesión poco saludable.

Para tranquilizarlo, ajusté la hora de su reloj para que coincidiera con la de los teléfonos móviles de la casa. Aunque esto pareció calmarlo, volvía cada diez minutos para asegurarse de que todo seguía en orden. Intenté distraerlo con otros intereses, como jugar a la Nintendo, pero el reloj seguía siendo su principal preocupación.

El primer amor de Teo por su reloj y su obsesión por la precisión del tiempo pueden ser paralelos con su creciente amor por el fútbol. Recientemente, ha experimentado su primer Mundial, y esta temporada es la primera que le está tomando en serio. Al igual que su amor por su reloj, su pasión por el fútbol es nueva y pura.

Observo con ternura y envidia cómo Teo experimenta este nuevo amor por el fútbol. Veo cómo celebra los goles con entusiasmo genuino y cómo se emociona al ver su primer partido en el estadio. Su amor por el fútbol es puro y sin complicaciones, sin las cicatrices y dramas que pueden venir con la edad y la experiencia.

Sin embargo, con la edad, la novedad y la pureza de estas experiencias pueden desvanecerse. A medida que lo nuevo se convierte en viejo, se pierde la inocencia y la visión del mundo puede ensuciarse. Al igual que Teo con su reloj, puede llegar a dudar hasta del tiempo de descuento en un partido de fútbol.

Aunque la pasión de Teo por el tiempo y el fútbol puede ser efímera, estos momentos son un recordatorio de la belleza de la inocencia y la novedad. A pesar de las obsesiones y las preocupaciones que puedan surgir, es importante apreciar estos momentos de alegría pura y simple.