El inicio de la semana trajo consigo una noticia sorprendente: Los Grifols, una compañía de hemoderivados que ha estado lidiando con la incertidumbre del mercado debido a un informe de Gotham City que revelaba supuestas irregularidades contables en enero, está en conversaciones con el fondo canadiense Brookfield para lanzar una oferta pública de adquisición (opa) conjunta para excluir al grupo de la bolsa.
La empresa, que ha sido un pilar del ‘parquet’ español, podría abandonar un mercado en el que ha participado durante los últimos 18 años, en medio de un esfuerzo por reducir la pesada carga de su deuda. De hecho, Oaktree, propiedad de Brookfield, recientemente rescató a Scranton, una sociedad en la que Los Grifols juega un papel importante y que fue el blanco de los ataques de Gotham City, mediante una refinanciación de deuda que corría el riesgo de incumplimiento. Todo esto ha llevado a que el Gobierno, que considera a la compañía como estratégica, esté vigilando de cerca el desarrollo de este proceso.
La clave en esta operación será el precio, dada la caída del 40% que han sufrido las acciones de la firma. Este tipo de operaciones suelen realizarse a precios bajos, beneficiando a sus protagonistas y evitando las fluctuaciones del mercado y el escrutinio de los analistas. Antes de las caídas de enero, las acciones de Grifols se cotizaban a 15 euros. Hoy rondan los 10 euros, pero solo después de anunciar las negociaciones para la opa y después de una serie de altibajos que las llevaron a caer hasta los 6 euros. En 2020, Grifols-A valía más de 10.000 millones de euros. Hoy, apenas supera los 4.000 millones de euros. Un patrón similar puede observarse con las acciones de clase B, que no tienen derecho a voto.
Los accionistas minoritarios en vilo
«No se acaba de entender que después de dar varios pasos para mejorar la reputación, empezando por apartar a la familia fundadora de la gestión, terminen negociando con un ‘private equity’, que siempre busca el precio más bajo posible; dejando de lado a los pequeños accionistas que llegaron a ver sus títulos por encima de los 20 euros», afirma un analista. Antes de anunciar esta operación, en su última junta, en la que debutó el nuevo CEO, Nacho Abia, Grifols obtuvo el apoyo mayoritario de los accionistas a su estrategia, aunque con un quórum relativamente bajo. Para disipar susceptibilidades, el consejo ha decidido crear un comité de consejeros independientes, sin miembros de la familia, para analizar la opa con Brookfield.
Para los Grifols, realizar una operación de esta naturaleza implica ser «vendedores y compradores a la vez», algo que generalmente no es bien visto por el mercado. Sin embargo, algunos analistas consideran que esta medida podría ser una tabla de salvación para la empresa, dada la pérdida de confianza de los inversores debido a las dudas sobre su deuda y su compleja estructura. La familia fundadora y los directivos controlan alrededor del 31% de la compañía a través de sociedades como Scranton Enterprises B.V., Deria S.L., Ponder Trade S.L. y Ralledor Holding Spain, S.L. Si la opa prospera, Brookfield se convertirá en el principal accionista.
Los accionistas minoritarios temen un precio «depreciado». Si la opa se concreta, tendrán que decidir entre aceptar la oferta o asumir el riesgo de mantener títulos que podrían volverse completamente ilíquidos. «Los ‘private equity’, como Brookfield, «lo que quieren es comprar barato», advierte Jaume Puig, director de GVC Gaesco Gestión. A pesar de los ataques del mercado, Grifols «ha hecho lo correcto» en términos de gobernanza y resulta confuso que ahora opte por esta práctica que puede dejar de lado a los accionistas que la han acompañado durante mucho tiempo.
Las acciones A de Grifols han estado cotizando en la bolsa desde 2006 y desde 2008 en el Ibex 35. A partir de junio de 2011, las acciones sin voto (clase B) también están en el mercado continuo y en el Nasdaq norteamericano. En 2016, la empresa realizó un ‘split’ (desdoblamiento de títulos) que duplicó el número de acciones.
El caso más parecido al de Grifols fue el de Amadeus en 2005. En aquel entonces, Iberia, Air France y Lufthansa, que eran accionistas de referencia, acordaron una opa de exclusión con BC Partners y Cinven. Otros casos similares incluyen a la italiana Atlantia (hoy Mundys) y ACS sobre Abertis, que sacó a la concesionaria de autopistas del mercado en 2018, así como a Telepizza. Entre las empresas familiares, en 2010, lo hizo la familia Carrillo, dueña del fabricante de estanterías metálicas y sistemas de almacenaje, Mecalux. Hoy, los Carrillo poseen el 90% del capital y Zardoya Otis, que también realizó una opa de exclusión, con el 10%. En los últimos tiempos ha habido más operaciones de este tipo por distintas vías, entre las que destacan Siemens Gamesa o Mediaset España, al ser absorbida por la italiana MFE-MediaForEurope.