«Nos semidesnudaron para ver si éramos de las maras»

El Salvador, un país centroamericano famoso por su historia de violencia, ha experimentado un cambio notable en los últimos años. Según los residentes locales, la violencia ha disminuido, pero el miedo a los ‘jueces de la calle’, y el aumento de la corrupción, son ahora las principales preocupaciones.

Una de las imágenes más recientes que ilustran esta situación proviene del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, al anunciar el despliegue de 10.000 fuerzas de seguridad en la zona de Soyapango. Esta medida muestra el intento del gobierno de mantener el control y reforzar la seguridad en áreas problemáticas. Sin embargo, la eficacia de tales tácticas es cuestionable.

Un residente, que ha trabajado en El Salvador durante cuatro décadas, ofrece una visión única del cambio. Conocido solo por su pseudónimo, Roberto, este cooperante español ha sido testigo de los cambios en el país durante años.

La reducción de la violencia es un hecho relevante para Roberto. En sus propias palabras, la «temperatura» del país ha disminuido, pero no sin consecuencias. El miedo a los ‘jueces de la calle’ se ha incrementado, un fenómeno que Roberto atribuye a la creciente corrupción y a la falta de confianza en las instituciones judiciales del país.

Los ‘jueces de la calle’ son personas que ejercen la justicia sin tener la autoridad legal para hacerlo. En un país donde la corrupción es rampante y la confianza en las instituciones de gobierno es baja, estas figuras han surgido como una alternativa preocupante a los sistemas judiciales oficiales.

Roberto también señala que las fuerzas de seguridad, a pesar de su presencia constante y del despliegue en áreas como Soyapango, pueden no ser suficientes para combatir la corrupción. La corrupción es un problema profundamente arraigado en El Salvador y requiere un enfoque integral para ser erradicado.

Además, el miedo a los ‘jueces de la calle’ puede ser indicativo de una falta de confianza en las instituciones gubernamentales. Esto es especialmente alarmante en un país donde la corrupción y el crimen han sido problemas recurrentes. La falta de confianza en el sistema judicial puede dar lugar a la toma de justicia en manos propias, un fenómeno que solo perpetúa el ciclo de violencia.

A pesar de la reducción de la violencia, la persistencia de la corrupción y el miedo a los ‘jueces de la calle’ indican que aún hay mucho trabajo por hacer. El presidente Bukele y su gobierno deben tomar medidas audaces y decisivas para abordar estos problemas.

La situación en El Salvador es un reflejo de muchos países en Centroamérica y en todo el mundo. La violencia puede disminuir, pero a menos que se aborden las raíces subyacentes del problema, como la corrupción y la falta de confianza en las instituciones gubernamentales, es probable que surjan otros problemas.

En última instancia, es importante recordar que la seguridad y el bienestar de un país dependen no solo de la reducción de la violencia, sino también de la erradicación de la corrupción y del establecimiento de instituciones gubernamentales sólidas y confiables.