Mañana de los que se van... y de los que vuelven

El Domingo del Pregón, un día icónico en la ciudad de Sevilla, trae consigo una multitud de emociones, y este año no fue la excepción. Con menos de una semana para que todo comience de nuevo, la ciudad está envuelta en una mezcla de anticipación y nostalgia. La Basílica de la Macarena, un nombre familiar para todos los sevillanos, fue testigo de colas interminables de devotos esperando para participar en los tradicionales rituales de los «besamanos» y «besapiés».

A las once de la mañana, una hora antes del tan esperado discurso del pregonero, la afluencia de personas en el centro de la ciudad era palpable. Esta área, a menudo llamada simplemente El Centro, fue testigo de un constante ir y venir de personas. Los turistas que habían venido a Sevilla para pasar el fin de semana comenzaban a despedirse de la ciudad, mientras que los sevillanos regresaban, marcando así la transición del ambiente festivo a la serenidad habitual. La ciudad estaba, en efecto, experimentando una sístole y diástole, como si fuera un corazón latiendo con vida.

La tradición del besamanos y besapiés es una parte integral de la cultura sevillana. Los devotos forman largas colas para besar las manos y los pies de las imágenes religiosas en las iglesias, un acto de devoción que simboliza su amor y respeto por las mismas. Este acto de adoración es especialmente prominente durante el Domingo del Pregón, un día que marca la cuenta atrás para la Semana Santa.

La Semana Santa en Sevilla es una de las celebraciones más grandes y esperadas del año. Durante esta semana, la ciudad se ve inundada de turistas de todo el mundo que acuden para participar en las procesiones y rituales que tienen lugar. Los sevillanos, por otro lado, esperan con ansias este tiempo para reafirmar su fe y participar en las tradiciones que han sido transmitidas de generación en generación.

El Domingo del Pregón es especialmente significativo, ya que marca el comienzo de la semana de preparación para la Semana Santa. El pregonero, un individuo seleccionado cada año, da un discurso que anuncia el comienzo de la Semana Santa. Este discurso es un evento muy esperado y es seguido de cerca por todos los sevillanos.

En este día, la ciudad de Sevilla se transforma, con la retirada de los turistas y el regreso de los locales. La ciudad, que había estado vibrando con la energía de los visitantes durante el fin de semana, vuelve a su ritmo habitual. Es un ciclo que la ciudad ha experimentado año tras año, una especie de sístole y diástole que mantiene la vida y el espíritu de Sevilla.

Este año, con la Semana Santa a la vuelta de la esquina, la anticipación es palpable. Sin embargo, los sevillanos no pierden de vista las tradiciones y rituales que forman parte de su identidad. A pesar de la emoción y el bullicio, la devoción y la fe siguen siendo el corazón de la celebración. En el Domingo del Pregón, esto es evidente en las colas de personas que esperan pacientemente su turno para participar en los besamanos y besapiés, un recordatorio de la rica historia y cultura de Sevilla.

La cuenta atrás ha comenzado. Aunque los turistas se marchan y los sevillanos regresan, todos esperan con ansias el comienzo de la Semana Santa. Y como el latido constante de un corazón, Sevilla sigue su ritmo, manteniendo viva su rica historia y tradiciones. La ciudad está lista para comenzar de nuevo, para embarcarse en otra semana de celebración y devoción. Y en menos de una semana, todo comenzará de nuevo.