El reciente descubrimiento de la gestión del Gobierno balear durante la pandemia ha sido cada vez más perturbador y revelador, destacando un patrón de mal manejo y falta de preparación. Las acciones del Ejecutivo de Francina Armengol durante este tiempo crítico han demostrado ser una desorganización total, especialmente en lo que respecta a la compra de cientos de miles de mascarillas falsificadas y la posterior gestión de dicho material.
Un elemento particularmente alarmante es la revelación de que la misma persona que contrató las mascarillas a la empresa de Koldo García –mano derecha del entonces ministro Ábalos– también fue la misma que el año pasado ordenó la destrucción de ochenta palés de material sanitario defectuoso tras una inundación en el almacén donde se guardaba. Este hecho resalta la falta de medidas preventivas y de un seguro que cubra estas pérdidas.
La gestión de Armengol en Baleares, aunque ha mostrado ser eficiente en cuestiones pancatalanistas, ocurrencias habitacionales y en acoso a los castellanohablantes, ha demostrado ser desastrosa, muy onerosa económicamente e incompatible con la eficacia y transparencia que los ciudadanos demandan. A pesar de todo, el sanchismo la premió con la tercera magistratura del Estado.
La compra de mascarillas falsas y la gestión de la custodia de dicho material, plantea serias dudas sobre la capacidad del gobierno para proteger a los ciudadanos en tiempos de crisis. Estos incidentes también levantan interrogantes sobre la capacidad del gobierno para manejar situaciones de emergencia y el nivel de supervisión que se ejerce sobre los contratos gubernamentales.
El hecho de que la misma persona que contrató las mascarillas falsas también ordenó la destrucción de material sanitario defectuoso, sugiere que hubo una falta de supervisión y un fracaso en la implementación de medidas de control adecuadas. De hecho, este incidente resalta la necesidad de mayor transparencia y rendición de cuentas en la contratación de servicios y suministros médicos.
A pesar de los errores evidentes en la gestión de la pandemia, el sanchismo decidió premiar a Armengol con la tercera magistratura del Estado. Esta decisión, sin embargo, plantea serias dudas sobre las prioridades y el juicio del sanchismo. En lugar de rendir cuentas por los errores cometidos, parece que se están premiando las malas decisiones.
En general, estas revelaciones ponen de manifiesto la necesidad de una mayor supervisión y rendición de cuentas en la gestión de crisis sanitarias. Solo con una mayor transparencia y responsabilidad se pueden evitar errores similares en el futuro. A medida que continúa la pandemia, es crucial que los gobiernos aprendan de sus errores y tomen medidas para proteger a los ciudadanos, en lugar de repetir los mismos errores.