El Periódico2

En el País Vasco hay preocupación. Las ondas sísmicas del terremoto catalán de este verano han llegado hasta el Golfo de Vizcaya. El bochorno causado por los Mossos d’Esquadra, incapaces de cumplir una orden de detención dictada por los jueces, ha sido muy comentado en la policía vasca. Los ertzainas lucharon contra ETA con alto coste en vidas personales, pero no es cosa del pasado porque siguen sufriendo el acoso en muchas localidades cada vez que llegan las fiestas de verano. Tampoco puede olvidarse que evitaron -destapando el caso Retolaza– las pretensiones del PNV de convertir la Ertzaintza en una suerte de policía de partido. Y es que el espectáculo de la vuelta de Carles Puigdemont en Barcelona solo ha sido posible gracias a una policía que parece que responde más a Junts que a las leyes. Costará mucho tiempo recuperar el prestigio y acallar las voces que demandan una vuelta atrás de la cesión de una competencia tan sensible como la seguridad. Tanto sufrimiento de los agentes vascos para nada.

El impacto en la Ertzaintza

El impacto de estos eventos en la Ertzaintza no es menor. Los agentes vascos, con una trayectoria marcada por la lucha contra el terrorismo y el mantenimiento del orden público en situaciones extremadamente difíciles, miran con preocupación el ejemplo catalán. La incapacidad de los Mossos d’Esquadra para cumplir con una orden judicial ha sembrado dudas sobre la eficacia y la imparcialidad de las policías autonómicas. En el País Vasco, donde la memoria de los años de plomo sigue presente, estas cuestiones no son meramente teóricas. Los ertzainas han pagado un precio alto en términos de vidas humanas y traumas personales, y cualquier percepción de debilidad o falta de compromiso con el estado de derecho es vista con gran escepticismo.

El caso Retolaza es un recordatorio de los peligros de politizar las fuerzas de seguridad. En aquel entonces, la Ertzaintza logró desbaratar las intenciones del PNV de utilizar la policía autonómica para fines partidistas. Este episodio ha dejado una marca indeleble en la cultura interna del cuerpo, que se esfuerza por mantenerse alejada de las influencias políticas y centrarse en su misión principal: proteger a los ciudadanos y garantizar el cumplimiento de la ley. Sin embargo, la reciente actuación de los Mossos ha reavivado viejos temores y ha llevado a muchos dentro de la Ertzaintza a preguntarse si su propia autonomía podría estar en peligro.

En el contexto del retorno de Carles Puigdemont a Barcelona, la percepción de que la policía catalana actúa más como un brazo de Junts que como una fuerza imparcial al servicio de la ciudadanía ha añadido leña al fuego. En el País Vasco, donde la neutralidad de la Ertzaintza es motivo de orgullo, esta situación es vista con profunda inquietud. Los agentes vascos temen que su propia reputación pueda verse empañada por las acciones de sus colegas catalanes, y que el prestigio y la confianza que han construido con tanto esfuerzo se vean comprometidos.

Las repercusiones de estos eventos también se sienten a nivel político. Los partidos en el País Vasco están observando de cerca la situación en Cataluña y evaluando sus propias posiciones respecto a la autonomía y el control de las fuerzas de seguridad. Algunos sectores han empezado a cuestionar la viabilidad de mantener una policía autonómica independiente, argumentando que la reciente actuación de los Mossos pone en evidencia los riesgos inherentes a tal modelo. Estos debates, aunque todavía incipientes, podrían tener consecuencias significativas para el futuro de la Ertzaintza y su relación con el gobierno central.

En definitiva, el terremoto catalán ha dejado una huella profunda en el País Vasco. La Ertzaintza, una fuerza que ha demostrado su valía en innumerables ocasiones, se enfrenta ahora a un nuevo desafío: mantener su prestigio y su independencia en un contexto de creciente desconfianza y escrutinio. La historia reciente nos enseña que la politización de las fuerzas de seguridad es una pendiente resbaladiza, y los agentes vascos están decididos a no repetir los errores del pasado. Sin embargo, la sombra de los Mossos d’Esquadra y su actuación en el regreso de Puigdemont a Barcelona, se cierne sobre ellos, recordándoles que la lucha por mantener la integridad y la neutralidad de la policía autonómica es una batalla constante.

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