El mundo del fútbol y la política internacional han sido un campo de juego para Luis Rubiales, un hombre conocido por su personalidad afable y su estilo relajado. Su historia nos lleva de vuelta a enero de 2020, cuando los equipos españoles viajaron a Arabia Saudí para participar en un torneo cuadrangular. Este evento fue organizado en colaboración con Gerard Piqué, con la intención de «salvar a las mujeres» de Arabia Saudí y «salvar al fútbol modesto» en España.
Rubiales, durante su visita a Arabia Saudí, visitó Medina, la segunda ciudad santa del Islam, y se fotografió al pie del monte Uhud, un lugar de culto para los peregrinos y el lugar donde Mahoma predicaba. Rubiales tomó la iniciativa y, al igual que Mahoma, fue a la montaña.
Sin embargo, su visita a Arabia Saudí no fue solo una peregrinación religiosa. Fue acompañado por una multitud de presidentes de federaciones territoriales y sus familias. Juntos, viajaron en el tren de alta velocidad español que une Medina con La Meca, disfrutaron de dátiles en un oasis artificial y tuvieron la oportunidad de montar en camello. Esta escena pintoresca no fue una sorpresa, dado el régimen feudal que ha gobernado el fútbol español desde los tiempos de Ángel María Villar y que mantiene a la Federación y sus apéndices en un limbo consentido.
Hace unas semanas, los Mossos registraron la sede de la Federació Catalana, gobernada por Joan Soteras, por un presunto fraude electoral. Esta es otra muestra de las controversias que rodean al fútbol español.
Rubiales también ha disfrutado de su tiempo en la República Dominicana, donde se le vio disfrutando de una paella con amigos en una «jornada de trabajo». Este evento fue molesto para su tío Juan, ex jefe de Gabinete de la Federación. Mientras tanto, la Guardia Civil registraba la sede de la Federación y su domicilio en busca de documentación que acreditara presuntos contratos irregulares firmados en los últimos cinco años.
Entre estos contratos, se encuentran los relacionados con las reformas del estadio de La Cartuja en Sevilla. Rubiales tenía la intención de convertir este estadio en su propio Wembley de cemento armado, donde la final de la Copa del Rey se disputaría entre 2020 y 2024.
A pesar de las acusaciones en su contra, Rubiales se ha negado a dimitir. Ha sido acusado de robo, de recibir comisiones, de mal uso de dinero federativo y de beneficiar ilegalmente a terceros. En una reunión de la asamblea, proclamó: «Jamás van a demostrar nada de eso».
Independientemente de las posibles contradicciones que pueda ofrecer la justicia en el futuro, el fútbol seguirá siendo el mismo. En su día cayó Villar, cayó Rubiales, y caerá el ‘rubialismo’. Pero el sistema clientelar que sustenta la corrupción persistirá. Aun así, el fútbol y su entorno político siguen siendo un campo de juego para figuras como Luis Rubiales.