El contenido en mercurio de los atunes no ha variado en los últimos 50 años pese a las restrictivas normativas que regulan su uso y emisiones. Este elemento químico ha ido desapareciendo poco a poco de nuestra atmósfera desde 1970, pero no ha ocurrido lo mismo en el océano. En las profundidades del mar, el mercurio ha quedado cautivo -como ocurre con otros tantos gases nocivos– y se sigue desprendiendo en pequeñas cantidades, pero de forma continua, lo que provoca que peces como el atún lo sigan ingiriendo.
Impacto del Mercurio en el Ecosistema Marino
El mercurio es un contaminante persistente en el medio ambiente, y su presencia en el océano es una preocupación constante para los científicos y las autoridades reguladoras. Aunque las emisiones de mercurio han disminuido significativamente en las últimas décadas debido a las políticas medioambientales más estrictas, la cantidad de mercurio en las aguas oceánicas no ha seguido la misma tendencia.
Una de las razones principales es que el mercurio se acumula en los sedimentos marinos y en la cadena alimentaria. Los pequeños organismos marinos, como el plancton, absorben el mercurio. A medida que los peces más grandes, como el atún, se alimentan de estos organismos más pequeños, el mercurio se concentra en sus cuerpos a través de un proceso conocido como biomagnificación.
El atún, siendo un depredador en la parte superior de la cadena alimentaria, acumula niveles más altos de mercurio en sus tejidos. Esto es preocupante no solo para la salud del atún, sino también para los humanos que consumen estos peces. El mercurio es un neurotóxico conocido, y su exposición puede causar problemas de salud graves, especialmente en niños y mujeres embarazadas.
Según un estudio reciente publicado en la revista Nature, los niveles de mercurio en los océanos no muestran signos de una disminución significativa. Los investigadores han analizado datos de las últimas cinco décadas y han encontrado que, a pesar de las reducciones en las emisiones atmosféricas, el mercurio sigue siendo un problema persistente en los ecosistemas marinos.
La situación se complica aún más debido a los cambios climáticos y la acidificación de los océanos, que pueden afectar la forma en que el mercurio se comporta en el medio marino. A medida que las temperaturas del océano aumentan, puede haber una mayor liberación de mercurio de los sedimentos al agua. Además, la acidificación puede cambiar la química del mercurio, haciéndolo más disponible para la absorción por la vida marina.
Los científicos están trabajando en diversas soluciones para mitigar este problema. Una de las estrategias es la restauración de ecosistemas marinos, como los manglares y las marismas, que pueden actuar como filtros naturales para el mercurio. Otra solución es la implementación de tecnologías de limpieza más avanzadas en las industrias que aún utilizan mercurio.
Además, se están llevando a cabo estudios para entender mejor cómo el mercurio se mueve y se transforma en el medio marino. Esta investigación es crucial para desarrollar políticas medioambientales más efectivas y proteger tanto a la vida marina como a los humanos.
En conclusión, aunque las emisiones de mercurio a la atmósfera han disminuido, su presencia en los océanos sigue siendo un problema significativo. Este problema requiere una colaboración internacional y un enfoque multifacético para encontrar soluciones sostenibles y efectivas.
Fuente de información: El Periódico