El atún, uno de los peces más valorados y perseguidos por la pesca comercial, ha estado en la lista de especies más amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). La sobrepesca y la pesca ilegal han causado un grave daño a las poblaciones de atún. Sin embargo, las últimas tendencias muestran una recuperación de esta especie tan amenazada, que es una buena noticia para la ecología marina.
Desde 1980 hasta 2008, la actividad pesquera se incrementó de forma exponencial, generando más de cincuenta mil toneladas de atún rojo al año en el Atlántico oriental y el Mar Mediterráneo, según los datos proporcionados por el Consejo de Administración Marina. Pero esta tendencia ha cambiado en los últimos años.
El atún rojo del atlántico, una de las especies más amenazadas por la pesca excesiva, ha experimentado un cambio positivo en su estatus de conservación. Hace unos años, esta especie pasó de la categoría «En peligro» a «Preocupación menor», lo que indica un incremento en sus poblaciones. Este cambio positivo se debe al desarrollo de nuevos sistemas de pesca sostenible a largo plazo.
Además del atún rojo del atlántico, otras especies de túnidos como el atún rojo del sur y el atún blanco también han mejorado sus estadísticas mundiales. Estas mejoras se atribuyen a una lucha más eficiente contra la pesca ilegal y el compromiso internacional, tal y como sugieren los informes de la IUCN.
No obstante, a pesar de estas mejoras, muchas variedades de atunes siguen gravemente mermadas en determinadas poblaciones regionales. Por ejemplo, el atún rojo del pacífico se encuentra a menos del 5% de su biomasa original.
Además de la sobrepesca, el calentamiento global también representa una grave amenaza para las poblaciones de atún. Según un estudio del Centro de Investigación Marina y Alimentaria (AZTI), las temperaturas superiores a 28 grados podrían repercutir negativamente en el crecimiento del atún rojo. Este hecho puede tener un impacto significativo en el Mar Mediterráneo, que se espera que supere este umbral en 50 años, provocando que muchos túnidos se desplacen a zonas más frías y se pierda biodiversidad.
Según un informe de la Unión Europea (UE), se estima que durante la primera década del siglo se produjeron entre 10 y 26 millones de toneladas de pescado en todo el mundo procedente de pesca ilegal, no declarada o no reglamentada. Estas prácticas no solo amenazan la sostenibilidad de las poblaciones de atún sino que también representan un peligro para la industria pesquera.
Ignacio Serrats, presidente de la Asociación Bermeo Tuna World Capital, hace hincapié en la importancia de la sostenibilidad en la pesca del atún. Para lograr una pesca sostenible, se deben respetar tres pilares fundamentales: los factores medioambientales, los económicos y los sociales.
Además de estos pilares, la transparencia en toda la cadena de valor es crucial. Según Serrats, «Es importante que cuando tú consumas atún sepas de donde procede, que exista una transparencia y que todos juguemos con las mismas reglas».
La ciencia juega un papel esencial en esta lucha por la sostenibilidad. Gracias a la investigación científica, hoy es posible medir el impacto medioambiental de la pesca y contribuir a la reproducción de las especies marinas.
Finalmente, cada 2 de mayo, se conmemora el Día Mundial del Atún, instaurado en 2016 por la Asamblea General de Naciones Unidas. Este día sirve para recordar la importancia de proponer medidas de pesca sostenible y combatir la pesca ilegal, con el fin de garantizar el buen estado de estos animales acuáticos tan valiosos.