Almonte vive su día grande con la tradicional Saca de las Yeguas

El miércoles pasado, la localidad onubense de Almonte festejó uno de sus días más aguardados con la llegada de las tropas de equinos de Doñana en un ritual anual que se conoce como la Saca de las Yeguas. Este evento, que tiene lugar el 26 de junio de cada año, es una tradición que representa la rica historia y cultura de esta región de España.

Una de las principales etapas de este evento es el paso de los caballos por la aldea del Rocío, que ocurrió alrededor de las 10:00 horas. Los espectadores quedaron maravillados con las majestuosas imágenes de los caballos junto al Santuario de la Blanca Paloma, donde se realiza una bendición y un rezo de la Salve al paso de la última tropa.

La primera tropa, procedente de Rocina Sur y Rocina Norte, hizo su paso aproximadamente a las 10:10 horas. La última tropa, proveniente de Marismillas, Las Nuevas y Marisma de Hinojos, hizo su aparición alrededor de las 11:30 horas.

La Majestuosidad de la Saca de las Yeguas

En total, se espera que sean 1.500 equinos los que recorran el camino desde Doñana hasta las calles de Almonte. Estos están organizados en diez tropas que entrarán a la ciudad a través del camino de Los Llanos, La Marmoleja, Feria, Altozano, Héroes de Baler, Manuel de Falla, Cristo, El Pocito y Camino de Villalba, hasta llegar al Recinto Ganadero Huerta de la Cañada.

Este evento coincide con la feria de Almonte, que se celebra en honor a las fiestas de San Pedro y San Pablo. La feria comienza en la noche de este miércoles a las 23:00 con la prueba del Alumbrado, momentos después del paso de las últimas piezas de ganado por la localidad.

La Saca de las Yeguas es un rito que se remonta a siglos atrás. En la festividad de San Juan, los yegüerizos se adentran en las marismas del Espacio Natural de Doñana para agrupar al ganado en enclaves emblemáticos como Marismillas, Matasgordas o Las Mogeas. Una vez reunidas en las playas del Rocío, las tropas son trasladadas, desfilando por la mañana frente al Santuario de la Virgen del Rocío, donde son bendecidos tanto el ganado como los yegüerizos.

Desde allí, emprenden el camino hacia Almonte, haciendo sesteo a pocos kilómetros de la localidad para hacer la entrada en sus calles al atardecer. Posteriormente, son guiadas hacia el recinto ganadero, donde permanecerán varios días, realizando diversas faenas como el herrado y marcaje a los potros y la tuza (corte de crines), para su posterior venta.

Esta tradición fue regulada en 1504 por una ordenanza del duque de Medina Sidonia, aunque la presencia de esta estirpe marismeña es mucho más antigua. Se remonta a las invasiones de los distintos pueblos y culturas que se asentaron en torno al Lago Ligustinus, como los tartessos o los romanos.

No fue hasta el siglo X, bajo el dominio musulmán, cuando los cronistas, historiadores y viajeros del Al-Andalus nos hablan de la cría caballar en la Al-Mada’in (marismas), en la desembocadura del Guadalquivir. Se hacían las cubriciones de las yeguas y el cruce de la raza española y africana por disposición del Almanzor.

Este evento, que genera admiración entre los habitantes y visitantes de la región, representa una parte vital de la historia y la cultura de la región, y es un testimonio viviente de la relación entre el hombre y la naturaleza.