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Las infraestructuras de gas natural actualmente existentes son en gran medida incompatibles con el hidrógeno y no pueden reutilizarse sin una amplia y costosa reconversión, según un artículo publicado estos días en la revista Energy Science & Engineering. Este hallazgo supone un revés para los planes mundiales de mezclar hidrógeno con sistemas de gas natural para descarbonizar y prolongar la vida útil de las infraestructuras gasísticas.

La incompatibilidad tecnológica entre el gas natural y el hidrógeno

El estudio revela que las redes de distribución de gas natural existentes están diseñadas para un tipo de gas con propiedades físicas y químicas muy diferentes a las del hidrógeno. La estructura molecular del hidrógeno es significativamente más pequeña que la del gas natural, lo que provoca fugas y problemas de seguridad en tuberías y otros componentes de la infraestructura actual. Además, el hidrógeno puede causar fragilización en algunos materiales metálicos utilizados en las infraestructuras de gas, lo que aumenta el riesgo de grietas y fallos estructurales.

Los expertos han subrayado la necesidad de invertir en tecnología y materiales avanzados para adaptar las infraestructuras a la distribución de hidrógeno. Esto no solo implica la sustitución de tuberías y componentes, sino también la implementación de sistemas de monitoreo y control más sofisticados. El costo de esta reconversión es una preocupación significativa, especialmente en un momento en que los países están tratando de equilibrar sus presupuestos mientras cumplen con los objetivos de descarbonización.

La idea de mezclar hidrógeno con gas natural no es nueva. En teoría, la mezcla podría reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y ayudar a los países a cumplir con sus metas de energía limpia. Sin embargo, la práctica es mucho más compleja. Según el artículo de Energy Science & Engineering, incluso una mezcla pequeña de hidrógeno en las redes de gas natural existentes podría requerir importantes modificaciones.

Países como Alemania y Japón han estado a la vanguardia en la investigación y desarrollo de tecnologías de hidrógeno como parte de sus estrategias de transición energética. Sin embargo, este nuevo hallazgo podría ralentizar estos esfuerzos, ya que la reconversión de infraestructuras podría llevar años y requerir inversiones multimillonarias.

El artículo también pone de relieve la importancia de la innovación en energías renovables y la necesidad de desarrollar nuevas infraestructuras desde cero, diseñadas específicamente para el hidrógeno. En lugar de intentar adaptar las viejas infraestructuras de gas natural, podría ser más eficiente y seguro construir nuevas redes de distribución de hidrógeno.

Este hallazgo tiene implicaciones significativas para las políticas energéticas globales. Los gobiernos que habían planeado utilizar las infraestructuras de gas natural existentes como una solución temporal para la transición hacia una economía de hidrógeno ahora se enfrentan a una difícil decisión. Deben considerar si invertir en la reconversión de las infraestructuras actuales es viable o si es mejor dirigir esos recursos hacia el desarrollo de infraestructuras completamente nuevas.

El informe también menciona que la mezcla de hidrógeno y gas natural podría tener un impacto negativo en los consumidores. Las fugas y fallos en las infraestructuras podrían no solo causar problemas de seguridad, sino también incrementar los costos de mantenimiento y operación, costos que eventualmente serían trasladados a los usuarios finales.

La investigación destaca la necesidad de una colaboración internacional para abordar estos desafíos tecnológicos y financieros. Los países deben trabajar juntos para compartir conocimientos, tecnologías y recursos, con el fin de desarrollar redes de distribución de hidrógeno eficientes y seguras. Además, se necesita una regulación clara y estándares internacionales para garantizar que las nuevas infraestructuras de hidrógeno cumplen con los requisitos de seguridad y eficiencia.

En este contexto, la industria del gas se encuentra en una encrucijada. Por un lado, tiene la oportunidad de liderar la transición hacia una economía de hidrógeno, pero por otro, enfrenta desafíos técnicos y financieros significativos. Las empresas de gas deben reevaluar sus estrategias y considerar alianzas con empresas de tecnología y energías renovables para superar estos obstáculos.

El papel del hidrógeno en la descarbonización global es indiscutible. Como una fuente de energía limpia y versátil, el hidrógeno tiene el potencial de revolucionar múltiples sectores, desde el transporte hasta la industria pesada. Sin embargo, para que este potencial se materialice, es crucial abordar los desafíos de infraestructura.

En última instancia, la pregunta que surge es: ¿Estamos dispuestos a invertir en las transformaciones necesarias para construir una infraestructura de hidrógeno segura y eficiente, o seguiremos buscando soluciones a medias que podrían comprometer nuestros objetivos de sostenibilidad a largo plazo?