El Misterio de las Botellas de Plástico sobre los Coches: Un Símbolo con Historia
De un tiempo a esta parte, es cada vez más común observar en nuestras calles un fenómeno peculiar: coches aparcados con una botella de plástico sobre el techo. Este acto, lejos de ser un simple olvido de sus propietarios, esconde un significado que se remonta a varias décadas y a miles de kilómetros de distancia. Al igual que las pegatinas que muchos conductores colocan en sus parachoques para reivindicar algo o personalizar su vehículo, esta botella tiene un motivo de ser.
Esta práctica tiene sus orígenes en Argentina. En la década de 1940, la ya desaparecida Dirección General Impositiva, hoy conocida como Administración Federal de Ingresos Públicos, instauró un impuesto por la venta de coches usados. Para evitar atraer la atención de las autoridades fiscales, los ciudadanos argentinos idearon un discreto truco: colocar una botella de plástico sobre el techo de los vehículos que estaban a la venta.
De la Necesidad al Ingenio: Una Costumbre Arraigada
Lo que comenzó como una necesidad se convirtió en una costumbre bien arraigada en el país sudamericano. Con el paso de los años, este acto se popularizó y a día de hoy resulta ser una forma económica y efectiva de llamar la atención de los posibles compradores que transitan por la calle.
En otras palabras, la botella encima del coche supone una versión argentina del típico cartel de «se vende» que en España solía colocarse en los vehículos usados a la venta. Esta práctica se extinguió cuando los municipios empezaron a multar a los propietarios de estos coches por un uso indebido de la vía pública.
Una Tradición que Cruza Fronteras
Lejos de desaparecer, el ingenio de la botella sobre el techo de los vehículos no sólo sigue siendo una costumbre vigente en Argentina, sino que ha traspasado fronteras. Los ciudadanos argentinos que han emigrado a nuestro país la han importado, y es por ello que cada vez es más habitual ver botellas sobre las carrocerías en nuestras calles.
El uso de la botella de plástico sobre el techo del coche, por tanto, no es ningún despiste. Es un gesto cargado de historia, una práctica económica y efectiva que ha sobrevivido al paso del tiempo y a las distancias geográficas. Así que ahora, cuando veas una botella sobre un coche aparcado, sabrás que no se trata de un olvido, sino de una señal, un anuncio de venta que proviene de una costumbre argentina de mediados del siglo XX. Este es un claro ejemplo de cómo la necesidad agudiza el ingenio y cómo una práctica tan simple puede convertirse en una tradición arraigada y traspasar fronteras.