No hay ninguna razón para un horario partido, a menos que consideremos los institutos como meros receptáculos para almacenamiento de niños y adolescentes
En la actualidad, el debate sobre la organización del horario escolar en los institutos está más vivo que nunca. Expertos en educación y padres de familia se cuestionan la efectividad del horario partido, un modelo que divide la jornada escolar en dos bloques, uno matutino y otro vespertino, con una larga pausa al mediodía.
El argumento principal en contra de este tipo de horario es que no tiene ninguna justificación pedagógica. Según varios estudios, los beneficios del horario continuo, en el cual las clases se imparten en un solo bloque sin interrupciones largas, son numerosos. Entre ellos, se destaca una mayor concentración y un mejor aprovechamiento del tiempo por parte de los estudiantes.
Además, el horario partido puede ser visto como una forma de considerar a los institutos como meros receptáculos para almacenamiento de niños y adolescentes. En lugar de enfocarse en la calidad educativa y el bienestar de los estudiantes, se prioriza la conveniencia de mantener ocupados a los jóvenes durante más tiempo, facilitando así la vida laboral de los padres.
Impacto en el bienestar de los estudiantes
El impacto de un horario partido en el bienestar de los estudiantes es significativo. Diversos estudios han demostrado que una jornada escolar extendida y dividida en dos partes puede generar fatiga y estrés en los adolescentes. La larga pausa al mediodía, que puede durar hasta tres horas, no es necesariamente un tiempo de descanso efectivo. En muchos casos, los estudiantes terminan utilizando este tiempo para realizar tareas o simplemente esperar a que inicie la siguiente parte de la jornada.
En contraste, el horario continuo permite a los estudiantes regresar a casa más temprano, lo que les da más tiempo para descansar, participar en actividades extracurriculares y pasar tiempo con sus familias. También se ha observado que este tipo de horario contribuye a una mejor salud mental y una mayor motivación para el estudio.
Otro aspecto a considerar es el impacto económico. Para muchas familias, el horario partido implica gastos adicionales en transporte y alimentación, ya que los estudiantes deben regresar a casa al mediodía o quedarse en el instituto bajo supervisión, lo cual puede generar costos adicionales.
En términos de rendimiento académico, el horario continuo ha mostrado ser más efectivo. Los estudiantes tienen un mayor tiempo de calidad en el aula y los profesores pueden planificar sus clases de manera más eficiente. Esto se traduce en una mejor comprensión de los contenidos y un mayor rendimiento académico.
Es importante mencionar que la implementación de un horario continuo también tiene sus desafíos. Requiere una reorganización logística y una adaptación de los servicios de comedor y transporte escolar. Sin embargo, los beneficios a largo plazo en términos de calidad educativa y bienestar de los estudiantes justifican estos esfuerzos.
En conclusión, no hay ninguna razón válida para mantener un horario partido en los institutos, a menos que se considere a estos centros educativos como simples lugares para mantener a los niños y adolescentes ocupados. La evidencia muestra que un horario continuo proporciona múltiples beneficios en términos de rendimiento académico, bienestar y salud mental de los estudiantes. Las autoridades educativas deben tomar en cuenta estos factores y trabajar en la implementación de un modelo horario que realmente favorezca el desarrollo integral de los jóvenes.
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Fuente de la información: El Mundo