«A la lluvia y al vendaval hay que ponerle alma y corazón»

El sol y las moscas se ausentan en la corrida de Adolfo

El escenario usual de la feria, con su sol radiante y las moscas revoloteando, al que el famoso torero Chenel se había acostumbrado, sorprendentemente no hizo acto de presencia en la corrida de Adolfo. La tarde comenzó calurosa pero con cielos nublados, y un ambiente plomizo se apoderó de la famosa plaza Las Ventas. Además, Eolo, el dios del viento según la mitología griega, decidió hacer una aparición, desatando una lluvia torrencial durante la segunda mitad de la corrida.

Los toreros enfrentan el desafío

La lluvia y el viento no fueron suficientes para detener a los tres valientes toreros que se enfrentaron a los toros de Albaserrada. Aunque las gradas y andanadas se llenaron y los tendidos quedaron prácticamente vacíos, los que se quedaron aplaudieron con gratitud a los toreros. Se pudo escuchar a los fanáticos vitoreando «torero, torero» cuando Escribano se enfrentó al quinto toro.

Escribano, visiblemente enfadado por no haber recibido el trofeo, expresó su frustración a los micrófonos de OneToro: «Era un toro peligroso, pero estaba dispuesto a todo. No tenía un recorrido claro con la muleta, pero luché desde el principio hasta el final. Le di tiempo, espacio, lo atraje, intenté empujarlo… No sé qué quería el hombre del palco. Pero estoy feliz de ver la plaza entregada, porque ese es mi objetivo y mi motivación».

Ferrera, que regresaba a Madrid después de haber cortado una oreja a un Cuadri de casi 700 kg el Domingo de Ramos, también se entregó por completo a pesar de la adversidad del clima. Luchó contra el viento que le ponía la muleta en horizontal y la lluvia que amenazaba con empaparlo. «A la lluvia y al vendaval hay que enfrentarlos con alma y corazón», expresó el torero extremeño.

David Galván también estuvo presente, aguantando toda la corrida en el bajo del 4. Los aficionados se acercaban para felicitarle por su San Isidro entre toro y toro.

La lucha de Antonio y Garrido

Antonio, por su parte, no tuvo suerte con el primer toro: «El toro no quería pasar; tenía el poder para tener sentido, y no ese poder para ir a más».

El último en la lista era José Garrido, quien se había mostrado muy satisfecho con el primer toro de su lote, que le parecía un dije. Sin embargo, su comportamiento no le agradó: «El toro parecía que tenía condición de humillar, pero cuando se cambió el tercio de muleta, parecía que era otro. Se puso a la defensiva y muy parado». Sobre el sexto toro, comentó que «el toro tenía mucha corpulencia, no tenía mal inicio, pero venía recto. Lo intenté enjaretar y moverlo bien».

La tarde terminó con los toreros recibiendo aplausos y respeto de todos los que permanecieron en la plaza. Sin embargo, tampoco se olvidaron de silbar al palco y al ganadero antes de abandonar la plaza.