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Miles de sustancias químicas cuyos efectos nocivos para la salud no han sido suficientemente comprobados están presentes en alimentos, utensilios y materiales habituales en la vida cotidiana, también en el agua que bebemos. Son las sustancias perfluoradas y polifluoradas, o PFAS, también conocidas como químicos eternos por la larga persistencia en el tiempo que tienen. Ahora, una investigación sugiere que estos contaminantes podrían haber llegado ya a nuestro cerebro, modificando nuestra conducta.

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**Los Químicos Eternos y su Impacto en la Salud: Un Estudio Alarmante**

En los últimos años, la preocupación por los efectos de las sustancias químicas en nuestra vida cotidiana ha ido en aumento. Entre estos compuestos, las **sustancias perfluoradas y polifluoradas** (PFAS) han captado la atención de científicos y reguladores. Estas sustancias, también conocidas como **químicos eternos**, se encuentran en una variedad de productos de consumo diario, desde **envases de alimentos** hasta utensilios de cocina y materiales industriales.

Los PFAS deben su apodo de «químicos eternos» a su **alta persistencia en el medio ambiente** y en el cuerpo humano. A diferencia de otros contaminantes que se degradan con el tiempo, estos compuestos pueden permanecer durante décadas, acumulándose en la cadena alimentaria y en nuestros cuerpos. Esto ha generado una creciente preocupación sobre sus posibles **efectos nocivos para la salud**.

### **Evidencia Creciente de Riesgos para la Salud**

Un reciente estudio ha arrojado luz sobre una nueva y alarmante faceta de los PFAS: su posible capacidad para **afectar el cerebro humano**. Según los investigadores, estos compuestos pueden atravesar la **barrera hematoencefálica**, una estructura que normalmente protege al cerebro de sustancias tóxicas. Una vez dentro, los PFAS podrían alterar la **conducta y función cognitiva**.

Los científicos han descubierto que los PFAS pueden interferir con los **neurotransmisores**, las sustancias químicas que transmiten señales en el cerebro. Esta interferencia podría tener consecuencias en el **comportamiento y la salud mental**, aunque aún se necesitan más estudios para comprender plenamente el alcance y los mecanismos de estos efectos.

### **Presencia en Agua y Alimentos**

Uno de los aspectos más preocupantes de los PFAS es su **presencia generalizada**. Estos compuestos no solo se encuentran en productos de consumo, sino también en el **agua potable**. Varios estudios han detectado PFAS en suministros de agua en todo el mundo, lo que significa que la exposición a estos químicos es casi inevitable.

Además, los PFAS se utilizan en la **industria alimentaria** para fabricar envases que repelen el agua y la grasa. Esto significa que pueden transferirse a los alimentos que consumimos, aumentando aún más nuestra **exposición diaria**. La **Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA)** ha reconocido este problema y ha establecido límites para la presencia de ciertos PFAS en el agua potable, pero la regulación varía de un país a otro.

### **Impacto Ambiental y Bioacumulación**

La **bioacumulación** de los PFAS es otro factor crítico. Estos compuestos tienden a acumularse en los tejidos vivos, ascendiendo en la cadena alimentaria. Esto significa que animales y seres humanos pueden absorber cantidades significativas de PFAS a lo largo del tiempo. Estudios han demostrado que los **niveles de PFAS en la sangre** de las personas pueden estar asociados con una serie de problemas de salud, incluyendo **enfermedades hepáticas**, **problemas hormonales** y **cáncer**.

La persistencia ambiental de los PFAS también tiene implicaciones para la **vida silvestre**. Se han encontrado altos niveles de estos compuestos en peces, aves y mamíferos marinos, lo que sugiere que los ecosistemas enteros están expuestos a sus efectos potencialmente dañinos.

### **Regulaciones y Medidas Preventivas**

Dada la creciente evidencia de los riesgos asociados con los PFAS, varios países y organizaciones están comenzando a tomar medidas. La **Unión Europea** ha establecido restricciones más estrictas sobre el uso de ciertos PFAS en productos de consumo. En los Estados Unidos, la **EPA** ha iniciado esfuerzos para regular estos compuestos en el agua potable y reducir su uso en la industria.

Sin embargo, la eliminación completa de los PFAS de la cadena de suministro será un desafío monumental. Estos compuestos son extremadamente útiles en una variedad de aplicaciones industriales y comerciales, lo que hace difícil encontrar alternativas que ofrezcan las mismas propiedades sin los mismos riesgos.

### **Lo Que Podemos Hacer**

Aunque la regulación y la investigación en curso son cruciales, también hay pasos que los individuos pueden tomar para reducir su **exposición a los PFAS**. Optar por productos libres de PFAS, como utensilios de cocina sin recubrimientos antiadherentes y envases de alimentos sin recubrimientos repelentes, puede ayudar a minimizar el riesgo.

Además, estar informado sobre la **calidad del agua potable** y considerar el uso de sistemas de filtración que pueden eliminar o reducir los PFAS también puede ser una medida efectiva. La educación y la conciencia pública son esenciales para presionar a las industrias y a los reguladores a tomar medidas más estrictas.

La cuestión de los **químicos eternos** en nuestra vida cotidiana plantea una reflexión inquietante: ¿Estamos preparados para enfrentar las consecuencias a largo plazo de la exposición a estos compuestos? ¿Qué medidas adicionales podemos tomar, tanto a nivel individual como colectivo, para proteger nuestra salud y la del medio ambiente?