Cada vez son más los países que van prohibiendo delfinarios y acuarios, considerados por entidades animalistas y muchos expertos como verdaderas ‘cárceles de animales’. El último en dar este paso ha sido Bélgica, según ha anunciado su ministro de Bienestar Animal, Ben Weyts.
El debate en torno a los delfinarios y acuarios no es nuevo. Durante décadas, las organizaciones de derechos de los animales han abogado por el cierre de estos establecimientos, argumentando que representan un entorno antinatural y estresante para las especies marinas. Estas instalaciones a menudo presentan a los delfines y ballenas como criaturas felices y juguetonas, pero la realidad, según los activistas, es muy diferente. Los animales marinos en cautiverio sufren de estrés, depresión y enfermedades debido al confinamiento y la falta de espacio para vivir de manera adecuada.
La posición de Bélgica y su impacto internacional
El anuncio de Bélgica se produce en un contexto de creciente presión a nivel mundial para reconsiderar el uso de animales en entretenimiento. El ministro de Bienestar Animal, Ben Weyts, ha sido un defensor de largo plazo de la protección animal y ha declarado que esta decisión es un paso adelante en la lucha por el bienestar animal. Weyts enfatizó que el país busca establecer un ejemplo para otras naciones de cómo se pueden implementar políticas de conservación y protección que no involucren el sufrimiento de los animales.
Algunas naciones ya han tomado medidas similares. Por ejemplo, Canadá aprobó en 2019 una ley que prohíbe el mantenimiento de cetáceos en cautiverio para fines de entretenimiento. Asimismo, Francia ha anunciado recientemente su intención de prohibir los espectáculos con animales en los circos y la cría de delfines y orcas en cautiverio. Estas acciones reflejan un cambio en la percepción social sobre el uso de animales para el entretenimiento humano.
Los defensores de los delfinarios argumentan que estas instalaciones pueden desempeñar un papel importante en la educación y la conservación de las especies. Sin embargo, la evidencia sugiere que el impacto educativo de observar a estos animales en cautiverio es limitado y que las lecciones más valiosas se pueden aprender en su hábitat natural. Las tecnologías avanzadas, como la realidad virtual, ofrecen hoy en día alternativas viables para el aprendizaje y la conciencia ambiental sin necesidad de mantener a los animales en cautiverio.
El caso de Bélgica podría inspirar a otros países a seguir su ejemplo. La opinión pública juega un papel crucial en este proceso, y a medida que crece la conciencia sobre los derechos de los animales, también lo hace el apoyo a medidas más estrictas para protegerlos. Las futuras generaciones podrían ver el cierre de delfinarios como un paso natural hacia un mundo más respetuoso con los animales.
Para más información sobre el bienestar de los animales en cautiverio, puede visitar World Animal Protection.
Fuente de información: El Periódico