El último trimestre del año pasado presenció una aceleración significativa en la economía catalana, que registró un crecimiento del 2,8%, una décima más que en el periodo de julio a septiembre, según los datos presentados por el Institut d’Estadística de Catalunya (Idescat). Esta acelerada expansión elevó el crecimiento anual al 2,6%, situando el valor del producto interno bruto (PIB) en 292.474 millones de euros.
Este crecimiento del 2,6% de la economía catalana superó con creces el registrado en la Unión Europea, que se situó en el 0,4%. Aunque la demanda interna aumentó un 1,4%, se quedó por debajo del 2,5% del año anterior. Este incremento se debió, en gran medida, al consumo de los hogares (1,9%) y de las administraciones públicas (2,3%), mientras que la inversión experimentó un descenso del 0,7%.
En lo que respecta al comercio exterior, las exportaciones totales aumentaron un 7,1%, aunque esto fue inferior al año anterior cuando crecieron un 13,9%. Por otro lado, las importaciones vieron un incremento del 2,9%. Según Idescat, la disminución en las exportaciones respecto al año anterior se debe a la «normalización de las tasas de crecimiento del turismo extranjero, que han pasado de crecer un 138,6% en 2022 a hacerlo un 22,6% en el 2023«.
Dos sectores destacados en el ámbito de las exportaciones han sido los vehículos de motor y la industria química. En cuanto a la oferta, el crecimiento más significativo se observó en la industria (3,5%) y los servicios (3,1%). Por otro lado, la construcción moderó su crecimiento hasta el 1,8% (en 2022 creció un 5,4%) y el sector agrario experimentó una disminución del 17,6% (en 2022 cayó un 9,2%).
Las actividades que registraron los crecimientos más elevados fueron el comercio, el transporte y la hostelería (3,2%), mientras que las actividades inmobiliarias, profesionales y otras también tuvieron un aumento del 3,2%.
En suma, la economía catalana evidenció un sólido crecimiento en el último trimestre del año pasado, superando el promedio de la Unión Europea. A pesar de la caída en la inversión y la disminución en las tasas de crecimiento de las exportaciones, sectores como la industria, los servicios, el comercio, el transporte y la hostelería registraron incrementos notables, reafirmando el dinamismo de la economía catalana.