Villarreal se convertía el pasado lunes en la última estación de Joao Felix (24 años) en el Atlético de Madrid, el club al que se unía en julio de 2019 convirtiéndose en el fichaje más caro de su historia y que, cinco años después, abandona por la puerta de atrás con más pena que gloria. El divorcio entre jugador y entidad era ya irreconciliable y el traspaso del internacional luso se había convertido en una prioridad en este mercado de verano no solo en la zona noble del Metropolitano, también para un delantero que llegaba a desbordar la ilusión el día de su presentación y cuyo paso ha terminado generando más hastío que alegrías entre los colchoneros. A falta de que se haga oficial (todo apunta a que este miércoles será el día), el delantero jugará hasta 2030 en el Chelsea, en el que ya estuvo cedido medio año.
Que el epílogo del sinuoso viaje de Joao Félix en el Atlético de Madrid fuera precisamente en Villarreal resulta, cuanto menos, una rocambolesca carambola porque fue precisamente el estadio de La Cerámica, en febrero de 2021, el escenario donde comenzaba a torcerse la relación entre el Cholo Simeone y su jugador, al menos públicamente. En aquel partido (0-2), el portugués, que este martes viajaba a Londres para pasar reconocimiento médico, marcaba el segundo gol y lanzaba un recadito envenenado al técnico, al que dedicaba una frase («Calla tu puta boca, caralho») a la vez que le mandaba guardar silencio llevándose el dedo a la boca.
Un dardo que, pese a los esfuerzos de los dirigentes colchoneros por reconducir la situación, terminaba generando una grieta (acabó en falla) con el entrenador y que con el paso del tiempo fue enturbiando el ambiente en las gradas del Metropolitano y también con algunos de sus compañeros de vestuario. Presentado a bombo y platillo con vídeo incluido en el Museo del Prado, el fichaje más caro del club, 127 millones de euros, acababa desatando un cisma en las tribunas entre defensores y críticos de un jugador que se ha visto superado por la presión de la fortuna pagada por él. La cesión al Chelsea en el mercado invernal de 2023 y el préstamo al Barcelona la temporada pasada no sirvieron para tranquilizar las aguas y el luso es ahora ya pasado en el Atlético. Un adiós sin lágrimas, ni por una parte, ni por otra.
Su marcha, una prioridad
Por su elevado coste, bajo rendimiento (pese a su importante participación en la primera vuelta de la Liga ganada en 2021) y los dolores de cabeza generados en la directiva y el entorno colchonero, el de Joao puede considerarse, sin duda, como uno de los mayores patinazos, quizá el más grande, en el historial de fichajes del club. Su salida se había convertido este verano en prioridad y en la parte noble se llevaba tiempo reclamando a Jorge Mendes un traspaso para su representado. El agente ha encontrado en el Chelsea la vía de salida para el futbolista que el lunes entraba en la convocatoria del Cholo Simeone y viajaba hasta Villarreal, aunque finalmente no se sentaba en el banquillo. Último desplazamiento junto a Simeone, al que una parte de la hinchada achaca no haber sabido exprimir las cualidades técnicas del jugador.
Fichado por el Atlético cuando apenas había disputado media temporada con el Benfica en la primera división lusa, una irrupción que sirvió para que algunos le pusieran el cartel prematuro de estrella mundial, Joao, que no ha demostrado ni de lejos esa condición como rojiblanco, encuentra ahora refugio en el equipo en el que jugó media temporada como cedido. Veinte partidos (14 como titular) en todas las competiciones y cuatro goles fue su aportación con la camiseta ‘blue’. Pese a que dejara buenas sensaciones en Stamford Bridge, nunca terminó de ganarse a un Mauricio Pochettino, entonces técnico del Chelsea, que ordenó parar las negociaciones que el club londinense iniciaba en el verano de 2023 con el Atlético para intentar su contratación.
Un año después de aquel movimiento, y tras una temporada a préstamo en el Barcelona en la que tampoco se ganó la condición de indiscutible con Xavi, el conjunto inglés se hace en propiedad con el luso. Los 52 millones que desembolsa por él (más cinco en variables y un 20 por ciento de la plusvalía en una futura venta) ayudan al Atlético, y a Miguel Ángel Gil Marín, a maquillar un fichaje decepcionante y sirven para seguir reforzando la plantilla de Simeone.
Devaluado por sus números y un irregular rendimiento sobre el césped, el Atlético, pese a todo, consigue un excelente botín por un jugador por el que pocos podían pensar a principios de verano que pudieran recaudarse 50 millones. Ampliado su contrato hasta 2029 en la última cesión, los rojiblancos, además de hacer caja, consiguen ahorrarse los 30 millones de euros de ficha (6 por temporada) que debía cobrar el portugués en las cinco campañas que le restaban en el Metropolitano.
A la espera de Conor Gallagher
La marcha de Joao al Chelsea permite la incorporación del inglés Conor Gallagher para apuntalar el centro del campo de Simeone. El internacional inglés del Chelsea, que ya estuvo unos días en Madrid cuando el conjunto londinense negociaba el fichaje del rojiblanco Samu Omorodion, tuvo que regresar a casa al echarse el equipo de Stamford Bridge para atrás en esa operación. Aunque las relaciones entre ambos clubes quedaron tocadas por ese cambio de opinión de última hora, Mendes ha tendido puentes y la marcha de Joao es paralela al fichaje de Gallagher, que viajaba a Madrid a última hora del martes después de que se cancelara el avión en el que tenía desplazarse por la mañana. Los madrileños pagarán por el 42 millones, más tres en variables, por el internacional. Un jugador que destaca por su físico, un todoterreno, y su presencia en ambas áreas.
El centrocampista se convertirá en el cuarto refuerzo de los rojiblancos, que se acercan ya a los 200 millones de gastos en fichajes: Julián Álvarez (75 más 15 en variables), Le Normand (32), Sorloth (30) y Gallagher (42).