El audaz juego de poder en el balonmano: Laporta, Masip y la dimisión de Budó
A veces, la audacia es tan palpable que se vuelve casi tangible. Eso es lo que parece suceder en el mundo del balonmano, donde los actores clave parecen estar tan inmersos en su propio mundo que nada parece molestarles. Un claro ejemplo de esto sucedió recientemente cuando Joan Laporta y Enric Masip celebraron desenfrenadamente su victoria en la Champions de balonmano. La audacia de su celebración fue tal que llegaron a bromear sobre el hecho de que habían ganado más campeonatos de Champions este año que Florentino Pérez, el famoso empresario y presidente del Real Madrid Club de Fútbol, que no tiene una sección de balonmano.
El celebrado triunfo y la sorpresiva dimisión de Budó
El festejo de Laporta y Masip fue aún más sorprendente considerando que sucedió poco después de que uno de sus principales aliados, Xavier Budó, presentó su dimisión. Budó, un hombre de la excelencia deportiva que había creado un departamento en el club para mejorar su desempeño, tuvo que renunciar después de que Mateu Alemany le informó que se enfocara en las secciones y el equipo femenino, dejando de lado el fútbol profesional.
La velocidad con la que Laporta aceptó la dimisión
La rapidez con la que Laporta aceptó la dimisión de Budó, apenas unos segundos después de que se la presentara, es indicativa de la dinámica de poder existente dentro del club. Budó ya había tenido conflictos con Masip, quien se había burlado del equipo femenino de fútbol, lo que le valió una reprimenda de Budó.
Un silencio cómplice y una dimisión irrevocable
La dimisión de Budó es notable por ser una de las pocas que no se puede disfrazar como un simple «se va», «fin de ciclo», «asuntos personales» o «se cerró su etapa». Estos son términos que se han utilizado para disfrazar la dimisión de los otros 25 altos ejecutivos que han abandonado el club. Sin embargo, por audaz que sea, el equipo de Laporta y Masip parece ser indiferente a estas situaciones.
El silencio de los que se fueron
Budó, al igual que muchos de los que se fueron antes que él, no dirá nada a nadie, ni siquiera a sus amigos, por temor a que se filtre la información a la prensa. De hecho, es probable que toda su contribución al club, así como los retos que tuvo que superar para que su área funcionara con un 20% menos de presupuesto, quedará oculta.
El legado de Budó y la resistencia al cambio
Es probable que Budó se lleve consigo todas sus razones y verdades sobre su tiempo en el club. Pero lo que es seguro es que Laporta, Masip y el resto de la cúpula del club están tranquilos, ya que saben que ninguno de los 25 ejecutivos que han renunciado hablará. Esa es la razón de su audacia y su capacidad para celebrar sus éxitos, como la reciente victoria en la Champions de balonmano.
La complicidad del silencio y el desmadre de la gestión
A pesar de la aparente decencia de la decisión de Budó de decir «hasta aquí» y renunciar, queda la mancha de haber sido cómplice de una gestión caótica y de haber mantenido el silencio sobre un estilo de gobernanza basado en lazos familiares, amistades, enchufes y recomendaciones.
El cierre de una temporada con una victoria en la Champions
A pesar de todo, la temporada se cierra con una nota positiva, ya que han ganado una Champions más que el Real Madrid. Sin embargo, las tensiones y los conflictos internos persisten, y solo el tiempo dirá qué nuevas sorpresas traerá el futuro para el mundo del balonmano.