La decisiva sentencia de la Audiencia Nacional ha reconocido que la muerte del Guardia Civil F-J.G.G, miembro del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) en la región de Ponferrada, se considera en acto de servicio. El agente, cuyo fallecimiento se produjo en junio de 2022, fue víctima de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, transmitida por la picadura de una garrapata.
La sentencia, que marca un hito, se ha vuelto firme al no haber sido apelada por el Ministerio de Defensa. El caso fue procesado por los Servicios Jurídicos de la Asociación ‘El Defensor del Paciente’. La decisión surge en respuesta a un recurso presentado por la familia del agente contra una resolución anterior del Ministerio de Defensa, que atribuyó la muerte a una «causa natural» y no a un acto de servicio.
Reconocimiento de la muerte en acto de servicio
De acuerdo con la sentencia de la Audiencia Nacional, se ha demostrado que el agente fue picado por la garrapata mientras ejercía sus funciones como miembro del Seprona. A partir de un informe del Coronel Jefe Interino de la Comandancia de la Guardia Civil de León, se concluye que la muerte «podría haber ocurrido en acto de servicio o como resultado del servicio y sus circunstancias concomitantes». El informe se basó en la coincidencia entre las fechas de incubación y desarrollo de la enfermedad y las fechas en que el agente estaba en servicio, entre el 30 de mayo y el 3 de junio de 2022, con su muerte ocurriendo el 19 de junio.
Además, la sentencia subraya que la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, junto con otras enfermedades transmitidas por animales, es considerada como enfermedad profesional para el personal de trabajos forestales y de conservación de la naturaleza. Esto es particularmente relevante dado que estas eran precisamente las tareas que el fallecido Guardia Civil estaba desempeñando.
La sentencia afirma que «existe prueba acreditativa de la relación causal entre la actividad laboral como guarda forestal y el origen de la enfermedad que llevó a su fallecimiento, cumpliéndose los criterios de localización, continuidad, etiológico e intensidad». Con esta conclusión, se revoca la resolución previa del Ministerio de Defensa, que negaba que la muerte se hubiera producido en acto de servicio. Por tanto, se otorga la razón a la familia del agente fallecido.
Este caso ilustra la importancia de reconocer los riesgos inherentes a ciertos oficios, como el de los guardas forestales, que están en contacto constante con la naturaleza y, por tanto, expuestos a enfermedades transmitidas por animales. La fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, en particular, es una enfermedad grave que puede tener un desenlace fatal, como se ha visto en este caso. Esta sentencia, por tanto, no solo es un reconocimiento de la valentía y el sacrificio de un agente del Seprona, sino también un recordatorio de la necesidad de tomar medidas para proteger a aquellos que trabajan en entornos donde pueden ser expuestos a tales enfermedades.